Es curioso, cuando comencé este blog lo hice haciendo una declaración de intenciones. Me propuse no decorarlo, no añadir ninguna imagen, dejar únicamente las palabras al descubierto, quizás en un intento de mostrarme tal cual soy, tal cual lo siento, sin tapujos ni decoraciones, sin distracciones.
En otra etapa, también por alguna necesidad, busqué la imagen como compañía, como manera no de huir de lo que trataba de contar acerca de lo que sentía, sino de buscar la luz que necesitaba por algún lugar.
Y, sin embargo, llevo con este tres post en los que no añado ninguna imagen, como si necesitara volver al principio para reorientarme, para encontrar alguno de aquellos faros que en la oscuriodad siempre me mostraron el camino.
Uno,yo en este caso, recuerda, recuerdo, en especial, las cosas que nos van enriqueciendo, con las que vamos llenando nuestras mochilas. No son pocas, lo reconozco. Pudieran parecerlo cuando tratamos de mirarlas, pero una vez que nos sosegamos y tranquilamente somos capaces de mirar atrás, nos damos cuenta de lo mucho que hemos aprendido y tratamos de compartirlo. Siempre devolvemos algo.
Recuerdo la primera vez que asistía a un clinic internacional de etrenadores de baloncesto. Mitad por engreimiento, mitad por desconocimiento, pensé que no había aprendido mucho de todo un campeón del mundo. Y es cierto que aún hoy sigo pensando lo mismo, que en aquella ocasión aprendí poco, pero no es menos cierto, que transcurridos los años, fui capaz de mirar atrás, y percatarme de que los verdaderos aprendizajes no se hacen de golpe, sino uno a uno y que sólo la distancia y las curas de humildad nos hacen conscientes de ellos.
Igualmente recuerdo como un año me destinaron a un centro al que acudí con no pocos reparos y sin embargo, fue de esos años inolvidables que el tiempo, la distancia, el aparente alejamiento, no han podido hacer mella.
Las personas con las que entablé amistad en aquella época, se encuentran entre las mejores de las que puedo recordar. Basta descolgar el teléfono parsa saberlo, basta el sentirlo para recordarlo. En realidad ni eso. Únicamnete pensar en ello de vez en cuando, es sentirlo, nada ha cambiado aunque pueda parecerlo.
Son esas circunstancias las que nos enriquecen, las que nos acompañan, las que obtienen de nosotros más de lo que podemos dar, lo mejor de nosostros mismos.
No las necesitamos, sin embargo, no podríamos vivir sin ellas. Es más, son las que nos mantienen con vida.
Cada año, uno va llenando su particular mochila con lo que nos va enriqueciendo, con lo que va formando parte de uno mismo.
¡Qué sería de nosotros sin esas cosa que nos importan, que dejan mella! Y ni siquiera tratamos de obtener nada a cambio. Nos vale con vivirlas, con enriquecernos y comaprtir parte de ello.
Miro atrás y me siento afortunado. Sé que no todo ha sido así, tan sencillo, pero siemrpe hemos aprendido de todo y de todos. Siempre he tratado de compartir las cosas que me han enriquecido. Y siempre me han devuelto con creces todo lo que he tratado de dar.
Miro y me enriquezco.
Lo que me enriquece
4 comentarios:
Tienes razón, de todas las experiencias de la vida se aprende. Comprenderlo así cuesta mucho. Pero alivia mucho también pensar que nada nos pasa porque sí y que todo nos servirá para llenar esa mochila de que hablas.
Si en el camino tienes la suerte de encontrar gente como tú, la mochila se llena más rápido, eso es impepinable ¡y no me lo discutas! :))
Gracias por las enseñanzas y la compañía.
Un abrazo.
Mis palabras ya las ha escrito Conchita.
Tenerte al lado, es ver y vivir la vida de forma más fácil y sencilla; y lo digo yo que he tenido la suerte de encontrarte en mi camino de forma virtual, aunque ya pronto será real.
¡Es todo un lujo tenerte como amigo!
Un abrazo
Un lujo compartido. Riquezas con las que vamos llenando nuestro camino virtualmente real y como bien dice aJulita, pronto se materializará más alla del simple encuentro. No voy a ser yo quien te contradiga, Conchita, pero la suerte también la compartimos.
Un fuerte abrazo para las dor
Sigo pensando que tienes mucho talento para escribir y decir cosas que a otros nos cuesta enormemente expresar.
A mí también me gusta mirar hacia atrás y creo que he sido enormemente afortunada y no te imaginas lo que valoro la amistad y el cariño de la gente a la que quiero y sé que siempre están ahí, ello me ayuda a pensar y creer en las cosas que son realmente importantes en esta vida.
Hablar, reír, compartir cachitos de vida con los amigos es lo mejor que nos puede ocurrir. Un beso muy grande Myriam.
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