Me pregunto.
Me pregunto tal como lo siento.
Me pregunto tal y como lo he sentido en este blog.
Me pregunto con la honestidad conmigo mismo que siempre he tratado de tener. Incluso los peores momentos. Incluso, en los mejores.
Y me hago la pregunta mí mismo y, también, a algunas de las personas que me han importado.
¿Ha valido a pena?
Mi respuesta ha sido siempre sí. Incluso en los momentos peores e inconfesables.
He sido afortunado. He sido afortunado teniendo a unos buenos padres. Por un momento, he dudado en decir que los mejores padres. Sería cierto, pero puntualizar que han sido mis mejores padres. Afortunado por ellos, aunque siempre no los haya comprendido. Aprendí, no siempre en su momento, pero aprendí.
De ella, vaya que aprendí. No era perfecta ni tampoco yo lo era, pero vaya que sí aprendí. No veía la hora en la que llegaba. La perseguía.
De ellos. Ellos dieron y dan sentido a mi vida. Pero no como una muleta. Como mi complemento.
Sí. Y ahora yo. .
Por mí mismo.
La vida me ha dado alegrías. La vida misma.
La vida misma como fuente de alegrías ¿Y malos momentos? Para qué engañarnos. Claro que sí.
Sí, buenos y malos. Pero ha valido.
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