sábado, 2 de mayo de 2009

* 128.- UN RAMO DE ROSITAS.

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Rosita, antes que cualquier otra cosa, es una buena mujer, una mujer buena.

Desde que la conozco, la he visto tratar bien a las personas que la rodeaban, cuidando enfermos de su familia y a otros, dando un plato de comida diario y lo que podía, generando cariño por donde pasase.

Rosita tenía 8 hermanos. Pronto se quedó sin padre, y esto lo sé porque me lo han contado. La pena es que los que más sabían de esta historia cotidiana se lo han llevado consigo.

No es que su padre muriese, es que esa guerra fratricida que vivió este país cogió a su padre en Madrid siendo alcalde y realizando una gestión. Consiguió que ese año saliese publicado la concesión para su pueblo de un instituto por el que hubo de esperar hasta 1969 para que se convirtiera en realidad, dado el atraso cultural que supuso la contienda para nuestro país. Consumada la intentona, su padre tuvo que huir a Francia desde donde no regresó hasta muchos años después y su madre tuvo que hacerse cargo de los ocho hijos. Las peripecias de su padre no acabaron ahí, sino que con motivo de la ocupación nazi de Francia fue recluido en un campo de concentración, del que se dio a la fuga y vivió en la clandestinidad con la resistencia canaria en ese país.

Terminada la guerra mundial, y pasados muchos años, el régimen se ablandó un poco y permitió el regreso de algunas personas. Y Rosita, ya mayor, recobró a su padre. Este tuvo que pasar aún algunas desdichas como la de tener que levantar el brazo en la plaza del ayuntamiento ante la bajada de la bandera bajo los acordes del himno, nunca mejor dicho, nacional.

El mayor pesar de Rosita en este sentido, es que la muerte de su padre se produjo poco tiempo antes de que se llegase a vislumbrar la democracia y su padre no pudo disfrutarla.

Más anécdotas de esa época callada y poco estudiada de nuestra historia, duermen el sueño de los justos y se van perdiendo para siempre a la espera de que alguien las rescate antes de que desaparezcan en el olvido.

Rosita gustaba de jugar con sus hermanos varones en ausencia de su padre, pero a estos no siempre les agradaba como era de esperar en niños y jóvenes de la época, formados en la ausencia de su padre y de vez en cuando, la hacían protagonista de sus hazañas y perrerías. Como una vez que la encerraron con llave en el cajón de una cómoda, u otra que la llevaron a un barbero y le dijeron que su madre había mandado que la rapasen al cero porque tenía piojos. Pero el espabilado barbero, conocedor de la fama ganada a pulso por los Casanova, le preguntó a su madre y desmontó aquel entuerto. Otra vez llamaban por teléfono a casa de Egon y le preguntaban la consabida broma de que si tenía queso de bola y que lo echase a rodar por las empinadas calles.

En fin, que así discurrió la infancia de Rosita, entre hermanos, algún tío y su madre, con la notoria ausencia de su padre.


Años más tarde, tuve la fortuna de conocerla, ser beneficiado por su bondad y tenerla como todo un modelo de comportamiento y valores humanos. Siempre que la necesitaba se encontraba allí, dando el cariño que necesitaba, sin ahorrar nunca en ello. De su manera de tratar a las personas aprendí todo un tratado de buenas y sinceras maneras con las que desenvolverme de mayor. El cruzarme con ella fue una de las mejores cosas que me han pasado en mi vida, no superada por ninguna otra, aunque sí junto a otras igual de grandes.

Recuerdo que de pequeño, poner en mi boca su nombre bastaba para que percibiese en las personas que lo escuchaban un buen trato hacia mí, que me llenaba de orgullo.

Cuando veo a chicos que carecen de lo más elemental en sus tratos familiares, es cuando percibo de verdad lo afortunado que he sido. Cuando compruebo sus crisis de adolescencia y los veo desamparados y rebeldes ante la vida y ante sí mismos, me percato de la enorme suerte que tuve yo en esos difíciles años.


Cuando me encontraba débil y las fuerzas me fallaban, allí estaba ella, dándome los ánimos que me faltaban. Cuando veo personas insensibles con los jóvenes que sufren el desamparo me pregunto cómo habrían sido ellos sin personas como Rosita, como hubiese sido yo mismo.

De entre todas las cosas que Rosita me ha dado, sobremanera, lo que más me ha impregnado es su amor, el amor que nos daba y nos sigue dando, porque se olvida de cosas, pero de lo que nunca se olvida es de darnos las dosis diarias necesarias de cariño sin las que sería imposible comprender a Rosita. Y tenía tanto, que no se limitaba a nosotros, lo irradiaba por allí donde fuese.


Tenía, y tiene, el don que poseen pocas personas, de carecer de enemigos. Al menos yo no los conozco. Y, conociendo su proceder, no me extraña.


Son muchas las deudas que tengo contraídas con ella, impagables la mayoría. Cuando más debía afrontarlas, la vida me deparó el tener que seguir contrayéndolas.

Ésta es, en suma, una pequeña parte del pago de la deuda tan importante que tengo contraída. La había retrasado muchas veces, la retraso a diario, por diversas causas. Los imponderables de la vida, su emotividad y un cierto bloqueo que en este sentido se me ha quedado en el cuerpo para hacerlo. Pero ya no valen las excusas, lo que no se hace hoy, y el tiempo nos ha dado la posibilidad de poder hacerlo, mañana puedes ser imposible de hacer.

Al fin y al cabo, no satisfago ni una mínima parte de las deudas.


Madre no hay sino una, y yo doy fe de que eso es cierto, al menos siempre debería serlo. Aunque muchas veces tenemos la fortuna de conocer a otras madres, flores de múltiples colores, que nos lo confirman aún más. Madre esposa, cuando tenemos la fortuna de haberla visto ejercer de tal, y ser un poco también madre nuestra. Madre en la ausencia, que aconseja, acaricia con su recuerdo, que sigue ahí y con la que tenemos una deuda irrecuperable.

Madre Felisa, a la que tanto queremos y a la que nunca podremos devolver toda el cariño que nos ha dado.

Madres abuelas, que ejercieron para fortuna nuestra como tales.

Madres de la ausencia, que con su cariño tratan de suplir lo que es insustituible. Madres tías, primas. Madre Cristina y Jésica (nunca más oportunamente dicho) que a diario peinan con cariño sus cabellos y enjugan sus conversaciones. Madre Alicia y Mary que arreglan sus desatinos. Madre Dayary, de acogida temprana que le ha cogido un cariño especial, quizás identificada con ella. Madres profesoras y madres compañeras que en su recuerdo y honor hacen sus aportaciones. Madres amigas. Madres en la cercanía y madres en la cercana distancia.

Madres, si no existieran, habría que inventarlas, pero sin machismos que maltraten su verdadero valor. Madres

A todas ellas, un ramito de Rositas, que si han entendido esto, saben el valor que las Rositas tienen para mí.


Y para ti Rosita, el mayor de los ramos. Uno de grandes Rositas Rojas que lleven todo el amor que te tengo y me has dado, junto a mi gratitud eterna y fortuna.


Pero, permíteme que en tu día, y sé que tu lo harás, como siempre, generosamente, lo has hecho, que le compre con ellos otro ramo de Rositas Anaranjadas, tal como las sentía.


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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Se ve que este artículo, como todos, te ha salido del corazón.Y en mi caso, he tenido dos madres, pues mi padre se ha casado dos veces. Pero siempre estará en mi corazón el recuerdo de la madre que me trajo al mundo y sus esfuerzos por sacarnos adelante, ya que éramos seis hermanos, más tres primos, mi padre, la chacha, el perro, los gatos y demás animalitos que convivían en la huerta de mi casa. Otro ramo de rosas para esta madre, esté donde esté y a ti gracias por hacerme recordar momentos entrañables que con ella, tenía olvidados. Tu amigo blogero. Dwij...

Isabel dijo...

Las perosnas que más pasan en la vida, que sufren más, son las de corazón más grandes. Cuantas palabras bonitas, como refleja el gran cariño que le sientes. Que ilusión que alguién te vea así.
Precioso. Besitos

Jesús Hernández dijo...

Gracias Isabel por tus bonitas palabras. A pesar de que lo he intentado, hay cosas y más aún sentimientos que son difíciles de reflejar en palabras. Además, fue un intento de luchar con cierto bloqueo. Gracias de nuevo.


Gracias amigo bloguero. Cuando envié este correo, que no lo mandé a demasiadas personas (procuro enviar pocos y de la mayoría de las entradas no lo hago) una de las que pensé fue en ti. Y tus palabras me confirman la razzón por la uqe lo hice. Me llevé una alegría por la manera en la que vi acompañada tu firma. Corrí a tu blog, pero no era lo que suponía. Me gustaría ver que lo retomas, pues tienes muchas cosas que contarnos. Gracias.

Claudia dijo...

Hola JJ, precioso blog, voy a volver con mas tiempo a disfrutarlo y leerlo completamente.
Te agradezco el comentario en mi blog, y espero continuemos en comunicacion.
Tambien tengo otro blog junto a mi madre, pero con otra tematica, la de manualidades, artesanias, cocina y estrechar lazos de amistad entre personas de distintos paises con las que nos comunicamos.
POr si quieres pasar a visitarnos:
www.manualidadesbeatriz.blogspot.com

Anónimo dijo...

Querido amigo, a veces es necesario sufrir estos bloqueos porque lo que sale después es más hermoso, si cabe, que lo que ya nos has expresado durante tanto tiempo.
Mi madre hoy no está conmigo fisicamente, pero sí en el recuerdo. Se fué hace un año y cuatro meses pero yo le compré flores para ella que he puesto sobre mi mesa.
Gracias por seguir compartiendo esos sentimientos maravillosos. Un beso enorme. amlp

Anónimo dijo...

Este es un día de emociones encontradas:feliz porque mis hijos me quieren y me lo demuestran; triste porque no puedo hacer lo mismo con mi mami que se fue hace mucho pero que parece que fue ayer. Yo también me bloqueo al escribir sobre sentimientos; tú sabes desbloquearte mejor que yo; hoy he pensado mucho en todas las mamás guapas que ya no pueden darnos sus afectos.
Un abrazo

Jesús Hernández dijo...

Gracias amlp y anónimo por sus palabras que me llegan dentro.

Nuria González Hernández dijo...

Querido primo, en poco tiempo has perdido a dos personas muy importantes en tu vida, seguro que están juntas en un lugar maravilloso, donde todos nos encontraremos cuando hagamos “nuestro viaje”.La muerte no es un adiós sino un hasta luego.
Siempre tendré el recuerdo de Tita Rosita como una mujer buena, amable y cariñosa, recuerdo en sus viajes que realizaba a Málaga cuando me explicaba sus maravillosas recetas de cocina, lo que le gustaba hacer los postres para ver como todos disfrutábamos comiéndonos esos postres inmejorables.
He llegado a querer a tita Rosita por su forma de ser y también por el amor tan grande que mi padre Felipe siempre ha tenido hacia ella, lo que me demostraba que tenia que ser una persona muy especial.
Siempre que voy a Tenerife me doy cuenta que tengo una gran familia os llevo siempre en el corazón.

Tu prima Nuria

Jesús Hernández dijo...

Gracias querida prima por tus palabras:

A pesar de la distancia y las pocas ocasiones en las que nos hemos visto, nombrar en nuestra casa a la familia de Málaga siempre ha sido algo especial. Tío Manolo y tu padre Felipe, siempre han sido personas cercanas para nosotros.

Un fuerte abrazo