En estos tiempos que corren, debemos estar a la última. Si sale un nuevo adelanto, no debemos despistarnos, porque corremos el riesgo de quedarnos atrás. Han visto algo más patético que un viejo en un cajero en manos de un desaprensivo que le brinda ayuda para deshacerse de sus ahorros.
Lo cierto, es que vivimos en un mundo supercompetitivo y, o jugamos a ser los mejores, o corremos el riesgo de ser unos fracasados. Un programa que hoy es nuevo, mañana tranquilamente estará desfasado. No podemos consentir que nos gobiernen los fracasados (aunque esto último se me antoja casi imposible, al menos mientras lo permitamos).
A la vez, debemos vivir para beber a diario la fuente del placer, luchar por obtener una calidad de vida mayor y utilizar la cabeza poco, pero bien, para que esa calidad de vida nos cueste bien poco.
Mantenernos jóvenes el mayor tiempo posible y admirar la belleza de la juventud. Si puedo tener un coche mejor o envidiar el chalet del vecino, cuál es la razón por la que debo conformarme y no aspirar a ello.
Me ponen de los nervios los objetos cuando comienzan a fallar y a quedar caducos. Realmente no vale la pena arreglarlos y esperar a que se rompan de nuevo para permitirme el placer de estar a la última.
Conformismo, no. Ambición, tampoco. Vivir el momento, al menos no de ese modo. Ganador o perdedor, con esos esquemas seré más perdedor que ganador. Sólo hay un campeón del mundo mundial ¿Y el resto qué? Frustrados del y por el sistema.
Aparatos que están hechos para que no duren más allá de los dos años. Y encima, hacernos llegar a la conclusión, acertada por desgracia en la mayoría de los casos, de que es más caro plantearse siquiera arreglarlo.
Eterna juventud, siguen vendiéndonos elixires. Lo malo no es que caigamos nosotros esporádicamente, sino los nacidos en ellos, no nativos digitales, sino nacidos embaucados. Y después pretendemos que sean obedientes, ciudadanos responsables e inteligentes, que valoren el esfuerzo y la cultura, que nos respeten cuando vayamos por la calle.
Bueno, esas últimas cosas, desde luego, no las pretenden algunos, que reparten las cartas marcadas y gozan del descerebramiento que infunden a una sociedad. Para que quieren mentes pensantes, si con unos cuantos ambiciosos, a los que igualmente embaucan para hacerles creer que se van a comer el mundo, mientras venden su alma y su juventud a cambio de una hipoteca cara, un buen chalet, un coche último modelo cada cuatro años, estrés y una angina de pecho a los cuarenta. Y de que se quejan, no habían aceptado la eterna juventud a cambio de hacer de cabos furrieles creyéndose sargentos a un módico precio. No tienen derecho a envejecer. Han vendido su alma y no existe derecho a devolución.
Todo este ácido comentario para llegar hasta aquí.
Una sociedad que rechaza la vejez, a las peronas mayores, a los objetos defectuosos, queriendo con ello negar la evdiencia de la condena a la que está sometida, con claras muestras de inmadurez, como si con ello se evaporasen esos supuestos males. Esa sociedad está condenada a la frustración.
Creía haber acabado con la acidez, pero parece que no.
Hay algo más bello que una caricia sincera de una pareja que ha tenido la fortuna de llegar a la vejez. No es que sea obligatoria la felicidad, sino dejaría de serla, pero por eso mismo, porque no es obligatoria, es un bello acto.
O un viejo que levanta un pie tras otro, o lo arrastra con la ilusión de cruzar una calle ante la infeliz desesperación de un frustrado de antemano aspirante a la eterna juventud.
Ver a un viejo sentirse útil, querido y respetado por su hija, que lo escucha y tiene la paciencia de hacerlo aunque se repita hasta la saciedad, aunque haya momentos en que se desespera, porque agradecida sólo le devuelve un poco de lo que le dio y es sabedora de que su momento llegará.
La vida moderna pone sus trabas, no ha solucionado la más que positiva incorporación de la mujer al trabajo. Hay personas que tienen dificultades para ayudar a sus mayores, que viven también algo estresados por esta vorágine, pero que encuentran la manera, con mayor o menor ayuda, de prestar (devolver) ayuda a sus mayores.
Aún recuerdo las tardes de domingos que disfrutaba oyendo las historias de mi tío abuelo y de mi abuelo, sobre todo de sus caras de felicidad al sentirse escuchados. Me daban el "duro" de los domingos y me gustaba que me lo dieran, y gozaba de un rato en su compañía y sintiéndome querido.También recuerdo a mi abuelo perdiendo su vista y oído hasta tener que ver los titulares de la prensa con una gran lupa y tener que felicitarle al oído levantando la voz de manera inaceptable para cualquiera que no fuera él. Recuerdo a mi madre y a mi padre ocupándose de ellos.
Una vez conocí a una oncóloga de incalculable valía personal y profesional que me contó una historia tan triste como las que circulan por muchos hospitales y residencias de ancianos. Me contó como una mujer en un precario estado de salud, con un cáncer avanzado y abandonada por su marido incapaz de aceptar la realidad de la vida, dura en muchas ocasiones, le pedía que la mantuviera con vida el mayor tiempo posible. Y no lo hacía porque quisiese arañarle unos minutos más a la vida. Lo hacía porque deseaba con todas sus fuerzas ayudar a su joven hijo a superar su propio cáncer y entonces, sólo entonces, morir en paz, o al menos en la paz que esa desdichada enfermedad le podía permitir.
Recuerdo un compañero ejemplar, de esos que en más de 45 años de ejercicio laboral sólo faltó a su trabajo en contadas y escogidas ocasiones, cuando su madre pasaba a mejor vida, y lo hacía intentado molestar lo menos posible.
Todo esto viene a cuento, porque una amiga, que obviamente se sacrifica, lo hace con todo su amor, con renuncias necesarias que sólo cuestan lo justo, no más, para ocuparse de su anciana y enferma madre. Le cuesta, claro que le cuesta. Lo fácil es irse y abandonar a un ser "querido" en un hospital y desaparecer como por desgracia suele ocurrir cada vez con más frecuencia. He tenido la desdicha de verlo con mis propios ojos. Sé que no es fácil, que la vida moderna pone sus impedimentos, que muchas veces necesitamos y necesitaremos pedir ayuda y que nos la den, pero lo que nunca debemos hacer, es huir como cobardes, negando nuestra propia realidad, como si con ello desapareciese nuestra propia muerte, simplemente negando nuestro amor y entregándonos a una falsa comodidad.
Hipócritas los que niegan hasta cuidados paliativos en carne ajena.
Pobre sociedad la que abandona a sus viejos, les falta el respeto y los abandona, porque, sin duda alguna, será abandonada.
Y, en esto, veo a una señora mayor hacer un esfuerzo para levantarse de su silla, intentando no molestar, sin hacerlo, a sus hijos, para subir una pequeña escalera. Y veo a sus hijos contentos por ayudarla. Y veo a la empleada de la tienda abandonar momentáneamente su puesto para sumarse.
He escuchado como me contaban que una amiga se ocupó de sus suegros con cariño y compañía.
He escuchado como me contaban que una amiga se ocupó de sus suegros con cariño y compañía.
Y me doy cuenta de la belleza del momento. Y veo que no todo está perdido.
Y pienso: ¡hay que abrirles los ojos a estos jóvenes a los que nos empeñamos en embaucar, que hay que hacerlos pensar, sobre todo con el corazón, para que no sean víctimas del engaño de los usureros!
Querida amiga, te admiro y haces del mundo un lugar más humano en el que por un momento, el vil metal ocupa el lugar que debe tener, que también en estas circunstancias, lo tiene, peor no el que le quieren dar.
La belleza de un instante.
Gracias amiga.
11 comentarios:
Excelente reflexión y bonitos dibujos. Cada día sigues mejorando tus presentaciones. ¡El cuento viene que ni pintado! Tu amigo bloguero...Dwij
Gracias amigo bloguero. Sé que lo entiendes perfectamente.
Querido amigo:
no creas, pero muchas veces pienso en el futuro y me asusta que lo que me puede esperar es la soledad, el no tener una mano amiga o familiar que nos ayude a levantarnos, a comer, ...
No nos damos cuenta que gracias a los mayores somos y tenemos.
Seguiremos aportando nuestro granito de arena a la educación de nuestros jóvenes para intentar conseguir el respeto y la ayuda hacia nuestros mayores.
Gracias por la reflexión. Un beso. amlp
Gracias amlp por tus palabras siempre bien recibidas.
No tengas miedo por el futuro, lo que tenga que ser, será.
Un saludo
no queda mas que darte la razon en tus argumentos, son tan tristemente ciertos en muchos sentidos, que da esa especie de verguenza humana por ser pare de una sociedad despreocupada por quienes en un momento se vuelven invisibles .. pro decirlo de alguna manera.
Los avances medicos han sido muchos en los ultimos tiempos y dentro de unos años seran mas aun, eso permite que el indice de logevidad sea cada vez mas alto en la poblacion, si se tiene la fortuna de llegar a cierta edad, lo menos que puede esperar es ser tatado dignamente. y es lo menos que se merecen.
una hermosa reflexion has dado.. muchas gracias, un beso. bonit inicio de semana
Querido Jesús: es muy conveniente que se recuerde desde todos los "púlpitos" posibles la existencia de los ancianos y la necesaria dignidad que debe acompañar sus últimos años.
He visto reflejados en cada una de tus líneas a mis padres. Mi padre murió hace dos años. Soy hija única. Sólo me queda mi madre (y mi marido y mis dos hijos, pero eso es algo distinto).
Su enfermedad, agravada últimamente, me hace pensar que estaría bien que dejara de sufrir, pero egoistamente quiero tenerla siempre al lado de mi portátil, como está en este momento en que te escribo estas líneas.
Gracias, Jesús, esta entrada y sus comentarios me hacen sentir más acompañada.
Un abrazo.
Gracias Sonia por tus palabras. Me han gustado mucho u me van descubriendo tu calidad humana. Traté de reflejar una realidad de manera ácida, como si fuese yo el que lo pensaba, para después dar un giro y reivindicar la belleza de la ancianidad que en un mundo de usar y tirar queda relegada y tratada como si fuera algo de lo que huir, como si fuese algo a lo que le dando la espalda evitaríamos contagiarnos. Espero haber conseguido reflejar akgo de la belleza que pretendía.
Estimada Conchita te entiendo perfectamente y además admiro tu actitud vital. Hay momentos en los que es difícil conjugar sentimientos que pueden parecer contradictorios, pero que en modo alguno lo son. El amor, en tu caso, y en el de muchos, acaba venciendo.
Mi querido Jesús:
GRACIAS: creo que sabes lo que significan en mí esas 7 letras; up
Te quiero mucho.
Claro que sé lo que significa Enriqueta ¿Y tú sabes lo que significan estas 14 letras: agradecimiento? Nada más y nada menos que lo que siempre sentiré hacia el club de las toletas.
Un abrazo
Preciosa reflexion me ha encantado leerte.
Mi mami es ya mayor y vive conmigo, disfruto de cada momento del dia que la tengo a mi lado, ahora me necesita, ella cuidaba de mis hijas para que mi esposo y yo trabajaramos, hoy me toca a mi cuidarla, amarla y respetarla y darle todo el amor que ella me da a mis hijas y a mi.
Tiene demencia y algunos cosas se le olvida, pero no podra olvidar nunca el amor tan inmenso que siento por ella.
No entiendo como puede haber personas que abandones a sus mayores
Magnifico post, te felicito
Un besito Rosa
Gracias Rosa por tus bonitas palabras y por ser una de esas hijas que merce llevar ese calificativo.
Un saludo
Publicar un comentario