viernes, 28 de mayo de 2010

PARA, AL MENOS, TRES AMIGAS

Lo que voy a escribir hoy está dedicado, al menos, a tres amigas y a algunos amigos.

Lo primero que quiero decirles es que la pareja perfecta no existe.
Aunque, para ser sincero, debo decir que yo la conocí.
La pareja perfecta, es imperfecta, tiene defectos y discutes con ella incluso por las cosas que nunca creyeras llegar a discutir con nadie, incluso con un perro.
La pareja parece perfecta en un primer momento y después parece haber perdido su magia. Ignoras dónde se ha metido, dudas si alguna vez la tuvo.
Cuando desaparece, llegas a pensar que alguna vez fuiste un iluso, en lugar de la ilusión que creíste tener. 
Cuando la tienes, te preguntas la razón por la que te defrauda y cuestionas las impresiones por las que tú la defraudas.
Te enfadas, piensas que no es suficiente, crees darlo todo y no obtener lo que debes a cambio.
Tú, dueño de todo el amor del mundo, no te sientes correspondido. Tú, que pones toda la carne en el asador, piensas que el bistec está crudo. ¡Qué eso te pase a ti que al menos te gusta a tres cuartos!
¡Cómo que no sabes qué es tres cuartos! Si a ti no te gusta cruda y todo el mundo debería saberlo ¡Y qué más te da que los expertos digan que lo ideal es comerla casi cruda, sangrante! Si a ti te gusta tres cuartos.
Vale, ya sé que para muchas personas son nimiedades y que para ti no lo son. Sé que tienes razón, no lo son. Pero, te has preguntado si para tu universo son realmente importantes.
La pareja perfecta se enfada, discute, se reencuentra, pero sabe cual es su razón de ser, saben por lo que están. Y lo dudan, realmente lo dudan, pero están hechas para esa razón.
Importa desde un pantalón fuera de sitio hasta un sentimiento profundo, pero en realidad no son importantes ante la realidad de su universo. Por qué me voy  a centrar en nimiedades cuando soy el dueño y señor de mi universo.
Por qué me voy a centrar en rutinas cuando es lo que quiero. Discuto, me siento vacío por momentos. Pero a poco que lo piense, me siento inmenso e intemporal.
Y sabes por qué. Porque la pareja perfecta no existe.  Existe cuando vislumbro cómo no sería mi mundo cuando deje de estar. Y para eso no hace falta perderla, sólo darme cuenta de cómo es mi vida sin ella, de valorarla, de sentir lo que me aporta, lo que me complementa, lo que me aporta, lo que me consiente, lo que me tolera. lo que realmente es cuando dejo todas mis boberías aparte, cuando la pierdo en una pesadilla.
Mi pareja perfecta no es una, son muchas. Es la sonrisa que me recibe al alba, es el amigo o la amiga que me hace encontrarme cuando más perdido me siento. Que me da ánimos cuando dudo hasta de mi mismo y de mis posibilidades. Es el correo que recibo tras un día gris. Cuando, llevado por la perdición, descuelga el teléfono cuando realizas la llamada al teléfono de la esperanza. La buscas y no la encuentras, no puede en ese momento, pero aparece aún al alba, te ayuda con un examen, busca un caballo o un helicóptero. Se toma con buen humor tus críticas y, a veces, hasta con mal humor. Pero nunca, nunca, dudas que está allí, que no te va a dejar tirado aún cuando tú y ella o él estén tirados.
Mi pareja perfecta es una persona y son muchas. Mi pareja perfecta habita en la humanidad. La reconozco al tropezarme con cada una de sus virtudes y con cada uno de sus defectos. Al amar sus defectos, al gozar de sus virtudes. Me reconforta saber que no estoy solo, que la encuentro cada vez que quiero verla, saber que únicamente con tirar de una hebra de hilo aparecerá, igual nadie se percata, pero yo, con sólo fijarme, la veo. Tiro de ella y la disfruto, me acompaña.
 Es ésa que impresionará a los demás cuando estés perdido, esa que nunca te abandonará porque sabe que será su perdición. Esa que se sacrificaría lo indecible por mucho que otros lo cuenten de manera increíble. Esa que no te abandonará cuando lo necesite.
Todo porque es tu pareja, tu pareja perfecta, esa que no existe y, sin embargo, tú conoces.
Yo la conocí, yo la conozco. No la veo en un único lugar ni en una única circunstancia. La veo cuando un amigo o amiga pronuncia unas palabras y su rostro me dice otras. En ese momento, debo apartar la formalidad, la broma, incluso la que sé que no hiere, y escuchar, compartir al escuchar. Porque la mejor manera de compartir es escuchar. Tragarnos nuestro orgullo, nuestra petulancia ocasional, nuestros problemas del mundo mundial y escuchar, lo que consideramos lo trascendente para nosotros, para ellos,  inaplazable, pero que se torna intemporal referido a lo que realmente es importante en nosotros.
Nosotros escuchamos. Nosotros somos escuchados. Aún cuando creamos imbécilmente que somos el  centro del universo sin escuchar.
La prueba, cierra los ojos. Piensa en lo que quieres, en lo que realmente quieres. Todo lo demás carece de importancia. No la tiene. Cómo va a importar una paja en un pajar cuando la paja es lo que importa.
Parejas, amigas, amigos, los tengo. Siempre los he tenido, sólo que que a veces no me doy cuenta. 
Hace poco, comprobé lo que no hace falta comprobar, que tengo un amigo.
Hace poco comprobé lo que no hace falta comprobar, que tengo una amiga.
Hace poco que comprobé lo que no hace falta, que tenía la pareja perfecta. La sigo teniendo.
A veces, nos empeñamos en comprobarlo y entonces dudamos, echamos de más y de menos, y nos mostramos insatisfechos.
 Es humano, natural, comprensible, pero injusto con nosotros y con nuestra inexistente pareja ideal. 
Entonces, cierra los ojos, piensa en tu vida sin ella, no esperes a tener que perderla para hacerlo.
En ese momento sabrás distinguir lo accesorio de lo imprescindible y no necesitarás prescindir para diferenciar. 

En algunos momentos la vida te empuja, por diferentes circunstancias, a prescindir. Yo te aseguro que no esperé a eso. Lo supe antes de verme empujado. 
Aún así, distingo lo imprescindible, lo extraño.
Aún así, lo imprescindible lo tengo.
Cierra los ojos...Abre tu corazón.

4 comentarios:

emejota dijo...

¡Ahí me has dado! Deduzco de lo que dices que tu pareja perfecta es lo mismo que siento: la proyección de mi yo sobre otro ser humano. Luego vienen las distorsiones de esa sombra, conforme se mueva la luz a
sus espaldas.
Eso en teoría, en la vida práctica he compartido cerca de 29 años con mi marido y 18 con mi actual pareja. Ambos son proyecciones del estado de la persona que fuí y la que soy. Se cayó el velo del misterio, es que tuve la ocurrencia de evolucionar y algunas de mis proyecciones cambiaron drásticamente. Fue como especie de revolución y muerte para volver a renacer como el Ave Fenix.
Deduje que cada uno tenemos distintas dinámicas y los demás son la referencia a las mismas. Un abrazo.

Jesús Hernández dijo...

Desde luego eres más rápida que mi planetaki.

Todo eso que dices y más. Somos evolución. Y se puede evolucionar de diferentes maneras.

Hay parejas eternas y parejas universales. Caminos que se entrecruzan y otros que se bifurcan.

Caminos que se separan y sin embargo permanecen juntos.

Caminos que nunca se separan aunque lo hagamos las personas.

Valores que no damos a lo que lo tiene y atención a lo que no lo merece.

Imperfección, vida...

Anónimo dijo...

¡Me gusta mucho tu blog, me hago seguidor tuyo y conmigo haces 50!

Salu2 javier

Jesús Hernández dijo...

Muchas gracias Javier. Me alegra contarte como seguidor del blog.

Un saludo