sábado, 26 de marzo de 2011

VA POR ELLLOS

Lo sabes, no te lo había contado, pero lo sabes. Anoche, mientras dormía lo desvelé. Te arrodillaste y te lo conté. No era necesario, pero lo hiciste. Siempre creí saber que lo intuías, pero nunca imaginé hasta que punto formaba parte de ti. Ya me echabas de menos y aún no me había marchado.


Llevaba un tiempo preparándome para el viaje. Había reunido unos cuantos bártulos. Poca cosa. Lo necesario, apenas lo imprescindible para no sentir un peso extra y poderme desenvolver a mi antojo mientras recorrería las visiones al amanecer, quizás antes. Todavía estaba por decidir.


Lo cierto es que la marcha se aproximaba y lo tenía todo preparado. Todo menos la visión más optimista del legado. Tenía fe en ello, pero me asaltaban las dudas humanas que acompañan cualquier incertidumbre. Me perseguían las posibilidades en pesadillas y desvelos. No me importaba nada salvo las cáscaras que envolverían o no el preciado regalo que le había hecho a la vida.


Por eso, me esforzaba en evitar una y otra vez la salida, mientras esparcía dádivas de amor a uno y otro lado del camino. Más bien intentaba desplegarlas en vanos intentos de apuntalar las misiones que tenía encomendadas.


Una y otra vez lo negaba, pero la partida era inevitable. 


Un día me levantaría, probablemente no me podría acostar esa noche o daría vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño ni la vida. 


Me estremecería de un lado a otro de la cama hasta que, roto, no tendría más remedio que levantarme y partir.


Me gustaría hacerlo con certeza, dejando aclarado el panorama  a mis espaldas, dejar una ruta trazada que aunque fuese abierta no dejase lugar a dudas sobre los mojones necesarios.


También me gustaría poder echar la vista atrás y contemplar el paisaje iluminado que iba dejando tras mis pasos. Y disfrutar de la vista como siempre había disfrutado al contemplar mi valle hasta que un día lo devoraron sin más, haciéndolo trizas y desgarrando su suelo, desparramando sus aguas profundas y perdiéndolas en el mar de los suspiros.


De cualquier manera partiría, solo que esperaba hacerlo rozando sus cabellos dorados y dibujando su sonrisa en su rostro, esbozando su mirada contorneada con un leve giro de su cuello en busca de mi sonrisa cómplice.


Aturdido, me repuse de la estratagema de los instantes plebeyos. Y ya me encontraba pasando de un momento a otro vertiginosamente mientras no hacía nada por detener el tiempo. Pernoctaba en pleno día mientras me engañaba haciéndome creer que recuperaba las fuerzas para vivir aquellos momentos.


Nunca te engañas realmente, pero sabes que te puede costar caro el intentar hacerlo de verdad. Aún así nunca lo consigues, pero afanarte te puede pasar factura.


Nunca lo he hecho, pero la factura te la pueden pasar o también puedes ser tu mismo el que te la pases en un arrebato de incontrolable deseo de lección. Lección vengativa que te infliges persiguiendo espinas.


No es tu estilo, pero no eres libre de hacerlo.


Sueñas, ahora sí, con un día de rosas sin marchitar, de ramos dorados por el sol causando esplendor. Un sol que no marchita, sino que transmite fragancias que quieres oler en la proximidad.


Plasmas sueños y por momentos los haces realidad. Partes, y lo haces, ahora sí, satisfecho con las flores y mirando con el rabillo del ojo mientras, orgulloso, te regocijas en las praderas de laurisilva y mar. Podían ser bosques terciarios, pero te contentas, satisfecho, con praderas que rezumen libertad, que elijan su estado y te hagan disfrutar mientras te alejas por la senda que escribes.


Te esmeras en hacerlo, aún contra tus impedimentos, a pesar de tus caídas, de tus ratos prolongados en los que te has noqueado. No te rendirás. No lo haré. 


Va por ellos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué hermoso, Jesús!!!
Mc Donald

Jesús Hernández dijo...

Gracias Mc Donald. Un abrazo