domingo, 21 de abril de 2013

Tecnología y edad aumentada

Esta entrada no la escribí inicialmente para este blog, pero es merecedora, Julita, de estar aquí, donde anidan mis sentimientos, donde navegan mis amistades.

La tecnología y la edad no están reñidas ni son aliadas per se.

Cuando hablamos de nativos digitales, lo solemos hacer de manera errónea, dando por supuesto en muchos casos, que por el hecho de haber nacido en esta era, un niño o joven tiene un don innato para adaptarse a las nuevas tecnologías.

En realidad, lo que tienen es una predisposición para integrar el mundo en el que nacen, al asombrarse de manera curiosa por lo que les rodea.

Los mayores, también nos asombramos, pero ese asombro se torna bloqueo en muchos casos.

Sin embargo, erramos cuando creemos que esa predisposición los convierte en competentes digitales.

De hecho, muchos jóvenes son auténticos analfabetos digitales más allá de colgar algunas fotos y unas cuantas palabras en redes sociales.

Si pierden o les hacemos perder esa capacidad de asombro, no se integrarán en el mundo digital y/o cultural y caerán en la parte más baja de la brecha digital/cultural.

Por el contrario, nos encontramos cada día en la red a personas que mantienen intacta su capacidad de asombrarse ante la vida y todo lo que ésta nos depara, sea digital, cultural, emocional o medioambiental.

En este sentido, me quito el sombrero virtual, ante una compañera, amiga, maestra (en cuanto a lo que enseña y a lo que me enseña). Me refiero a mi apreciada Julita, autora del blog Creación literaria en primaria

Comencé a conocerla a través de ese maravilloso blog y después entablé contacto virtual a través de su amiga Conchita y de la Tribu 2.0  y la red social de Cine y Educación Cero en conducta. Posteriormente, tuve la suerte de poderla desvirtualizar en varias ocasiones.

De Julita, siempre me han sorprendido varias cosas.

La que más me ha sorprendido y contagiado es su capacidad para emocionarse y asombrarse con su profesión, vivirla, desvivirse, apasionarse por incorporar nuevos conocimientos y herramientas digitales y crear entre sus alumnos y todos los que tenemos la suerte de haber coincidido con ella toda una campaña viral de contagio.

Otra de las cualidades que me sorprenden de Julita, es su inquietud por compartir todo lo que aprende, lo que le emociona y no quedárselo para ella sola.

Los que no la conocen, quizás, pueden pensar, ante tanta ilusión y sapiencia tecnológica, que estamos hablando de una profesora recién salida de una facultad de educación. 

No es así. En muchos casos, como ella misma relata en sus múltiples experiencias con estudiantes universitarios, como estos desconocen las tecnologías al uso.

No es así. Estamos hablando de una profesora en su último año laboral. 

Afortunada que recibirá un merecido descanso ante una labor tan intensa y fructífera y que los demás probablemente no llegaremos a conocer por la obra y desgracia de un gobierno que se ha jugado el dinero de nuestras jubilaciones en la lotería de los bonos de  deuda del Estado sin pedirnos permiso y por un sistema neoliberal que amenaza con destruir la convivencia y el bien común.

Julita es de esas personas, de esas maestras que hacen de la vida una escuela permanente. Que mantienen intacta su capacidad por descubrir y emocionarse. Las personas que desarrollan esa virtud, no sólo son más felices en su vida laboral, sino también en la personal. Consiguen que la edad no sea un problema, sino una ventaja.

Vivir es no dejar que el día a día acabe con nuestra capacidad de descubrir algo nuevo, asombrarnos y emocionarnos ante ello.

Por esta razón, Julita no envejecerá al día siguiente de su jubilación. No lo ha hecho hasta ahora y no lo va a hacer. Seguirá encontrando cosas con las que erizar su piel cada día y las seguirá compartiendo con nosotros.

Vean sino, en el siguiente vídeo, a una mujer de 90 años de edad, a la que le fue entregado recientemente un  casco de realidad virtual para que lo probase y registrar su experiencia. 

A la señora, se le mostró la belleza del paisaje de la Toscana a través de una herramienta de realidad aumentada.

En el vídeo, podemos comprobar como esta mujer de 90 años no ha perdido la capacidad de asombrase sin bloquearse para acceder a nuevas experiencias.

¿Cuántos compañeros y supuestos jóvenes digitales que conocemos no se asombrarían y disfrutarían ante una nueva experiencia como lo hace esta señora?

Julita, al igual que esta señora, se asombra a diario y lo que es mejor, hace que los demás nos asombremos sin bloquearnos.

Gracias, Julita, por permitirnos ser tan afortunados.


  PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
autógrafo
José Agustín Goytisolo      



 

4 comentarios:

Mª José dijo...

Me sumo a tus palabras , Julita no envejecerá al jubilarse por el contrario y con su capacidad de asombro y sus emociones seguirá descubriéndo que le queda mucho por aprender y por compartir.

Gracias Jesús

Un abracisimo

Julita Fernández dijo...

Sin duda alguna, aprender cada día es algo maravilloso.
Pero es verdad que las emociones irán más dirigidas a un madre de 85 años que disfrutará con mi compañía, a mi marido y a mis hijos, que tanto tiempo les he robado... sin olvidarme de vosotros, amigos virtuales y personales.
Gracias, Jesús, por tu gran corazón.
Un abrazo.

Jesús Hernández dijo...

Así es, Mª José. Envejecer de esa manera es hacerlo con sabiduría, emoción y capacidad para asombrarnos.

Un fuerte abrazo,amiga

Jesús Hernández dijo...

Cuando hablo de asombrarnos y de aprender, hablo de la vida misma, de lo pequeño, de lo realmente importante.
Un abrazo, Julita