sábado, 6 de junio de 2020

Maru Maestra y Amiga (sin comas)




Pocas personas saben que cuando nos conocimos, estuvimos unos tres días enfadados sin hablarnos. Pero pronto me enseñaste que tras esa fachada de dureza de un carácter fuerte, se encontraba un gran corazón dispuesto a dar siempre el primer paso cuando pensabas que te habías equivocado sin que se te cayeran los anillos. Al bocazas que siempre he sido, lo desarmaste fácilmente y a partir de ahí, forjamos una gran amistad que se ha mantenido a lo largo de los años en los que hemos compartido muchos amigos de esos verdaderos que nos acompañan en nuestras mochilas.

Con el paso de los años, fuiste modulando tu carácter y almacenando las enseñanzas que nos ofrecía la vida y haciéndote más sabia. Siempre has compartido las cosas que has aprendido con los demás y siempre te preocupaste por todo y por todos. Ha sido un auténtico lujo compartir contigo estos años de aprendizaje en los que cada vez me resultaba más difícil buscarte la lengua y provocarte sin llevarme ningún espantón. Sabes que siempre he disfrutado provocándote, pero en los últimos tiempos ya te parabas a pensar y no caer en la trampa y te dabas cuenta que estaba bromeando antes de responderme. 

Siempre has sido fiel a las personas y es otro valor importante para los dos que hemos compartido y que tanto nos ha unido. Tu fidelidad nunca te ha impedido decirme lo que pensabas, meterte conmigo o decirme las cosas claras a la cara. Y siempre te lo he agradecido, porque solías tener razón y me hacías ver mis errores. Siempre lo hiciste como deben hacer las personas, para ayudarme y hacerme ver mis equivocaciones.

Siempre te he conocido defendiendo al más débil y las causas justas, incluso cuando debías hacerlo con personas que no te caían especialmente bien. Siempre has expresado tu opinión valiente y siempre has sido una voz autorizada en los claustros o allá donde las dieras y respetada por todos, porque siempre hablaste claro y fuiste consecuente sin aspirar a ser perfecta.

Juntos, con la ayuda de muchos compañeros y amigos hicimos muchas cosas por el centro y por el alumnado y siempre vi cómo conquistabas a los alumnos más complejos aunque comenzaras enfrentada a ellos. Pero en cuanto dejabas ver una esquina de tu gran corazón, caían rendidos ante él.

Cuantos amigos y momentos hemos compartido. Mira uno atrás y ve muchos buenos momentos y amigos. Nuestra querida María, Reyes, Nino y tantos, que nos han enriquecido a ambos, que creo que nos podemos sentir orgullosos de lo vivido. También, compartimos momentos muy duros y experiencias menos gratas, que siempre fortalecieron nuestra amistad.

Yo, cuando sea mayor, si alguna vez lo consigo, quiero ser como tú. Sin ir más lejos, en este periodo de pandemia, me llamabas casi cada día para pedirme ayuda y siempre me pedías perdón. Y sabes que no me costaba nada, porque yo quiero llegar con esas ganas de aprender cosas nuevas hasta el último día. Solo las ganas e interés que ponías y sigues poniendo era suficiente recompensa y ejemplo para mí.

Creo que has puesto tu granito de arena para que mucho alumnado desorientado encontrase su camino y en esa faceta, también me he sentido un alumno aventajado que ha aprendido de ti y de tu ejemplo todo lo que ha podido. De pequeño, me hubiera gustado tener una profesora como tú, aunque me hubiera llevado muchos rapapolvos, pero seguro que me hubieras hecho cambiar.

Siempre he aprendido de la pasión que has puesto en tu profesión y de la lucha por los alumnos más desencaminados. De las horas que le has dedicado sin mirar el reloj y a sabiendas que lo que hacías era importante, mucho más allá de unas notas. Te importaban las personas, siempre te importaron y, mira por donde, se ha convertido en el lema del centro.

Siempre has sido un apoyo para los directores que han sabido ver la persona que se encontraba detrás y siempre han valorado tu franqueza y sinceridad cuando has tenido que decirles algo que no les gustaba escuchar. Creo que Rosa, como en su día Paco y también yo mismo, sabíamos que debíamos escuchar tu sabia opinión aunque de entrada nos no nos agradara. 

Pocas personas he conocido como tú que supieran tanto sobre el funcionamiento de los grupos humanos, que vieran los hilos invisibles que unían o enfrentaban a personas. Decir la palabra adecuada en el momento justo. Saber reconocer los errores con humildad y no cortaste nunca dar el primer paso si creías que debías hacerlo. He aprendido tanto de ti sobre cómo arreglar entuertos, que creo que no sería el mismo sin haber compartido todas esas enseñanzas.  

Nunca me he sentido abandonado por ti, ni siquiera en mis mayores errores. No dejabas de hacérmelo saber, pero aún así, siempre he sentido tu apoyo y ayuda, aunque no lo mereciese. 

Llevo todo un curso pensando en estos momentos y emocionándome. Creo que no seré el único que sienta tu marcha y que se sienta agradecido. Solo hay que pasarse por Facebook y ver todos los antiguos alumnos y compañeros que de corazón te están dando las gracias por todo lo que hiciste y haces por ellos y por nosotros.

El otro día grabábamos un vídeo en el que debíamos decir una única palabra que definiera el centro que tantos amamos. No fue fácil. Tampoco hacerlo sobre ti, pero trataré de decir algunas de las palabras que te definen:

Amistad, lealtad, lucha contra la injusticia, defensa del débil, apoyo, empatía, no dejar tirado a nadie...

He aprendido muchas cosas de ti, he tenido el gran lujo de pasar años a tu lado y de considerarte mi amiga, de las que nunca fallan.

Gracias, MAESTRA. 




domingo, 31 de mayo de 2020

Agradecer en tiempo presente



Hoy hable con mi amigo del alma.

Siempre ha estado ahí. En los buenos y en los malos momentos, cuando he acertado y cuando me he equivocado. No han sido pocos.

Juntos hemos soñado tantas cosas y tenido tantas complicidades, hemos creado el espíritu de algo que está vivo.

Cuando lo necesitó él, yo también estuve. Viví sus penas y sus caídas. Sus torbellinos emocionales. Los malos y también los buenos.

Juntos, con ayuda de algunos más, tuvimos un plan. Un plan que cambió nuestras realidades y que sigue vigente en el espíritu que hemos ido madurando con los años.

Y hoy también estuvo aquí. Y lo agradecí, como siempre lo hago cuando lo he necesitado y no me ha fallado.

Hoy, los torbellinos eran míos.

Valen la pena por sí mismos, sin aspirar a nada más. Soñar es gratis y despertarse de las pesadillas siempre vale la pena, aunque se quede en eso solo. 

Había dejado de soñar despierto. No podía. Sin buscarlo, sin esperarlo, me he despertado de golpe y he comenzado a soñar.

¿Y si solo es un sueño? La vida es sueño, no lo dije yo. Y si solo es soñar, solo es vivir. Y estar vivo es lo mejor que le puede pasar a una persona.

Desbloquear puertas cerradas, abrir ventanas, que entre el aire. Solo eso es beneficioso.

Ganas tanto sin haber ganado nada. Bueno, nada. Claro que ganas aunque no sea eso.

Ganar en personas, ganar en sentimientos.

Mi madurez me permite gozar hasta del sueño y del despertar. Ser capaz de conservar hasta sin seguir soñando.

El destino nunca está escrito y sea cual sea, sé que estoy preparado para seguir vivo, sobre todo ahora que lo poco que estaba no muerto, sino adormecido, ha despertado.

Mis agradecimientos de verdad son para las personas que me han hecho crecer, renacer y encontrarle sentido a la vida. Y sin esperar nada a cambio, que no es lo mismo que no desear. El deseo es sueño. Sueño y crecer son vivir. 

Agradecimiento seguro sea cual sea el final del sueño, porque me han enriquecido y me han hecho despertar de un largo letargo. Nunca será en otro sentido. Solo hacia delante, y hacia detrás, solo para unir puntos.

Gracias amigo, por estar ahí en tantas ocasiones que es imposible borrar. Hemos vivido tantas cosas juntos que algunas serían difíciles de creer, pero que nos han hecho crecer a los dos y no nos han permitido desfallecer.

Hace poco hablaba con una persona de lo importante que es agradecer aunque no sea necesario.

Y esa falta de obligación es lo que lo hace grande.

Gracias, amigo.

viernes, 29 de mayo de 2020

Pero bueno!!!

Algunas veces en la vida, un suceso negativo, visto con la perspectiva temporal, mirando hacia atrás, incluso lo podemos apreciar como algo que se vuelve positivo. No es que deseemos que nos hubiera pasado, pero sí que llegamos a ser conscientes de que sin haberlo sufrido, no hubiéramos sido los mismos o no nos hubiéramos curtido.

En otras, ni siquiera hace falta el transcurrir del tiempo. Basta solo con que un hecho negativo una a las personas y actúe como un acelerador de amistad. Amistades que, de otra manera, quizás nunca hubieran surgido, hubieran sido diferentes o hubieran resultado de un proceso madurativo más lento.

Actúa como un efecto levadura que hace crecer una amistad, que puede permanecer o transformarse en el tiempo, pero de una manera diferente a como lo hubiera hecho.

Si mitramos hacia atrás, podemos comprobar muchas de estas situaciones y trazar una línea de puntos que los pueden ir uniendo. Llegas a ver sucesos no deseados como algo no tan malo o, al menos, no como algo que hubieras elegido si hubieras tenido la oportunidad, pero sí que llegas a entender su efecto como detonador.

En el caso de las amistades, las dificultades siempre unen y crean lazos imborrables. Somos momentos, momentos imborrables. Ratos y relatos de felicidad que enriquecen nuestra vida, que alimentan nuestro espíritu.

No es la primera vez que me sucede algo así, pero sí que nunca de esta manera y en un tiempo tan incierto. 

A mi manera lo vivo y lo siento. Aprecio rostros en los que una ligera cólera da paso a sonrisas y risas compartidas. 

Por casualidad, mientras quitaba el punto verde, me percaté de una situación que estaba comenzando a suceder. No era consciente de lo que se estaba gestando. Una conversación paralela, tratando de apoyar, de calmar, de compartir, de serenar, de empatizar.

Al pasar los días, la conversación paralela se separó de la original, pero a la vez, se duplicó. Conversación a varias bandas, pero sorpresivamente dos de ellas se funden. Eran realmente paralelas, transitaban universos paralelos que pretendían comunicarse a través de un agujero negro que se abrió sin dar tiempo a pensar ni a la nave que rompió en un único continuo como dos conceptos inseparablemente relacionados.

Y se gestó un único universo paralelo con tres estrellas que orbitaban en el cielo girando mientras danzaban entre bromas, complicidades, provocaciones absurdas y un aprecio que crecía por momentos.

Recomienzo. Hasta aquí lo había intentado dos veces y no estaba satisfecho. De hecho, estuve a punto de borrarlo. Pero bueno, decido no hacerlo. A ver si lo consigo mientras escucho música y resuena en mi la letra.

Si algunas vez crees que no es es posible,
Escucha tu voz interior.
Ños, no puede ser.
O quizás es lo que necesitabas.
Razones, no. Emociones.
Imagínalo.
Todo es posible.
Antes no lo era.
Siente.
Cómo suena la música.
Agibílibus.
Restaura.
Tómalo como venga.
Altibajos de serendipia.
Ya es hora de despertar.
Ahora, vive el momento.
Y.
Gánalo.
Unicornios dorados.
Tienes suerte.
Generosos instantes compartidos.
Ubicuos.
Trenzados.


Pero bueno! Hasta aquí podíamos llegar.


Siempre aprendes por casualidad, en compañía. Ningún aprendizaje tiene sentido en soledad. Vivir es aprender. Vivir es compartir. Y casi da igual lo que compartas, sean instantes o vidas, si compartes esos instantes que, en realidad, son lo que somos. SoyXQSomos.


Sigo fiel a mi costumbre de escribir sin releer hasta publicar en este blog, aún a riesgo de cometer errores. Quiero que fluya, tal como es, tal como siento. Siempre ha sido así y no deseo menos.


Caminos paralelos que se funden en instantes de tensión, en instantes de apoyo, en instantes de pandemia.


Entonces, sin pensarlo. Si lo piensas, no lo haces. No vinculas tres caminos paralelos. Por un momento te arrepientes. Quizás imprudente, piensas. Prefieres no pensar. Dudas, pero sigues. Te acompañan. No lo puedes creer. Te ves sorprendido, no lo puedes creer. Solo sentir. Compartirlo. Son los descubrimientos que más nos llenan en la vida. Están ahí. Siempre lo están. Solo la casualidad y la curiosidad los descubren, los unen, los comparten.


Solo por eso, vale la pena. Despertar siempre es bueno. Hasta en los peores momentos. Cuando te despiertas, puedes comenzar a cambiar.


Ahora piensas.
Nunca estarás suficientemente agradecido.
Whisky, la parte de los ángeles.
Ajá! no te pases.
Ya era hora.


Camino a Soria siempre soñaste.
Gracias por los caminos que se cruzan. Siempre.
Son los que nos dan sentido a la vida y nos regalan instantes que esculpir.
Siempre hay que darlas.
Aunque nos cueste, aunque no estemos acostumbrados.
Compartir lo íntimo. El mayor de los regalos.
Pozos desde los que comunicarse en medio en medio de torbellinos emocionales provocados por tiempos inciertos.
Y el humor. Siempre el humor, como nexo que sobrelleva.


Simpático.
Amado.
Muestra de lo realmente importante.
Unidos por lo esencial.
Emoción que siempre educa.
Lo afortunado que es.

Pero bueno, siempre con todo mi aprecio y respeto.




sábado, 8 de febrero de 2020

A veces basta

En ocasiones pasan muchos años y no sucede nada. Nada que roce la menor sinapsis química que genere tacto.

Sin embargo, a veces únicamente basta con un instante, con un año, con veintiuno (que pronto se dicen) o con veintinueve. Y marcan la vida.

Que afortunado soy en instantes.

Hoy me he reunido con un año. Un año que marca una vida. Con instantes inolvidables que ni el tiempo ni la tópica distancia logran borrar. Cuatro amigos de seis. Están ahí, siempre. Y no es porque desconozcan tus múltiples defectos, que los tienes. Están siempre a un golpe de teléfono nada común.

Recuerdo aún instantes vitales y mortales. Día de deambular perdido. Y te encuentras a una amiga en uno de los peores momentos. Casualidades. Y no lo olvidas. Te dio las fuerzas necesarias para enfrentarte al devenir.

Como esos, tantos. No con tantos, pero sí que iguales. Con todos ellos. Y nunca dudaron de ti. Aún conociendo tus debilidades y miserias. Porque eran poseedores de lo mejor. De eso que solo se encuentra en instantes. Y basta.

Este año nos dejan veintinueve. Y vaya que los voy a echar de menos. Y no es porque sean 29, que que sí los son. Es porque aunque siga estando ahí, no estará a diario. Y se echará de menos. De menos porque está realizada a base de instantes. Tantos instantes... Políticamente sabios, humanamente errados. Sí, empleo una palabra prostituida y depauperada, pero trato de hacerlo en su sentido más noble.

Instantes que nunca fueron fáciles. Que se forjaron en la lealtad. Esa lealtad que tanto valoro y que marca la diferencia. Esa lealtad que nunca trata de hacerte daño aunque lo haga. Porque nunca, incluso cuando lo hace, lo hace aposta.

Te reencuentras y no tienes esa sensación tan normal de que han sucedido cosas que te has perdido. No la tienes, porque posees los instantes.

Los instantes. Un año, veintiuno, veintinueve, virtualizados o desvirtualizados.

Siempre están, aunque ya no estén, aunque hayan mares, océanos, distancias siderales u otras dimensiones desconocidas.

Al final somos eso, instantes. Valiosos instantes.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Me pregunto

Me pregunto.
Me pregunto tal como lo siento.
Me pregunto tal y como lo he sentido en este blog.
Me pregunto con la honestidad conmigo mismo que siempre he tratado de tener. Incluso los peores momentos. Incluso, en los mejores.
Y me hago la pregunta  mí mismo y, también, a algunas de las personas que me han importado.

¿Ha valido a pena?

Mi respuesta ha sido siempre sí. Incluso en los momentos peores e inconfesables.

He sido afortunado. He sido afortunado teniendo a unos buenos padres. Por un momento, he dudado en decir que los mejores padres. Sería cierto, pero puntualizar que han sido mis mejores padres. Afortunado por ellos, aunque siempre no los haya comprendido. Aprendí,  no siempre en su momento, pero aprendí.

De ella, vaya que aprendí. No era perfecta ni tampoco yo lo era, pero vaya que sí aprendí. No veía la hora  en la que llegaba. La perseguía.

De ellos. Ellos dieron y dan sentido a mi vida. Pero no como una muleta. Como mi complemento.

Sí. Y ahora yo. .

Por mí mismo.

La vida me ha dado alegrías. La vida misma.

La vida misma como fuente de alegrías ¿Y malos momentos? Para qué engañarnos. Claro que sí.

Sí, buenos  y malos.  Pero ha valido.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Y yo qué sé

No sé si la vida es compleja, la hacemos compleja o la hacen compleja. Lo cierto es, que en muchas ocasiones,  así lo sentimos.

Te sientas en la barra de un bar y observas. Observas de manera compartida, intemporal.

Observas e imaginas. Sientes un determinado placer al hacerlo.

Ves rostros tristes que tratan de fingir felicidad y otros felices que tratan de ocultar su infelicidad.

Juzgas y eres juzgado, desestimado. Desestimas e imaginas. No estás libre. Por eso, tratas de empatizar con quien te puede hacer daño, incluso con aquellos a los que haces daño.

Te hieren, joer, hieres. Incluso aquellas personas que no deberían, aquellas personas que no hubieras esperado. Lo comprendes. A quién no has herido tú.

Imaginas y perdonas. Hasta cuándo. No eres persona o lo eres hasta que no debes.

Imposible.  El mundo no gira porque dos personas se hagan daño, gira porque es su naturaleza.





viernes, 30 de junio de 2017

Amigas y compañeras



Hola amigas y compañeras:

Amigas y compañeras no porque no haya compañeros detrás de este mensje, sino porque ya está bien del machismo que se esconde detrás de la academia de la lengua con minúscula cuando están cinco mujeres y un hombre y habla en supuesto neutro (masculino). El centro no existe, pero esa es harina de otro costal.

Escribía este correo (porque eso era en origen) mentalmente, señalando que hace unos años lo hubiera escrito en un blog, en este blog. Cuando subía las escaleras, me cuestioné acerca de hacerlo aquí. Ya véis la respuesta.

Lo primero que quiero hacer es darles las gracias por la paciencia que han tenido conmigo. No ha sido un año fácil. Probablemente (seguro) no ha sido el más difícil, pero sí el que más me ha costado en los últimos 10 años. Para los que me conocen (o sea, ustedes) saben que mi blog, ese que heredé de la personita de mis entrañas, es un buen medidor de mi estado de ánimo. Nunca antes había tenido tanto tiempo de inactividad.

Ha sido un año muy complicado, no por lo liado que he estado (que lo he estado) sino por cómo lo he llevado.

Si algo me ha mantenido en esta actividad, es lo que aprnedí de otra de las significativas de mi vida. Siempre me ha pesado el haberla abandonado del todo sin gana alguna de volver a ella. Por eso, me he cuidado mucho de distanciarme de esta cuando me he sentido saturado para no perder nunca el placer de llevarla a cabo. Pero, nunca tanto como en esta ocasión.

En cierto modo, mi vuelta al baloncesto no tiene ningún sentido más allá del de pagar una deuda conmigo mismo.

Los que me conocen, las que me conocen, saben que nunca he dejado de pensar en ustedes. Incluso con las que llevo más tiempo sin tener contacto directo ¡Ay mis queridas toletas! ¡Cuánto las aprecio!

Ayer tuvo lugar un acto en mi centro que me ha ayudado más de lo que pensaba a recuperar ese norte que nunca he perdido. Fue el acto más bonito, humano y sincero que he sentido en estos 20 años de instituto. Acababa de salir a concurso la concesión de la cafetería después de ocho años y "Las Sonias" acababan de perderla por el cambio en las bases que había "diseñado" la administración. Y no han sido pocos, ni importantes para mí. Siento el instituto como algo mío y no hablo de posesión. El día que me vaya (no lejano) seguirá siendo mi instituto (desde pequeño lo era, cuando iba a ver las vacas en la finca de mi abuelo). El cariño que percibí y, creo, que percibieron todos los presentes, nunca lo había vivido en ese instituto.

Me he distanciado de muchas cosas. Lo necesitaba. Pero si de algo me alegro, es de no haberme distanciado de mis esencias, de mi manera de entender la vida. Y agradezco  a quienes lo han comprendido y han tenido paciencia conmigo el que lo hayan hecho. Siempre he tratado de estar al lado de las personas que aprecio aunque me haya faltado el aliento y aunque aparentemente haya dejado de estarlo.

Creo que en la vida son necesarios estos momentos de distanciamiento para evitar perder el norte, mi norte querido. Mi valle en forma de abrazo que simpre da cobijo y protección, pero que siempre te abre al mar señalándote caminos abiertos que en forma de alisios te dan posibilidades sin encerrarte, que te invita a reinvertanterte y a reutilizar toda esa energía vital en el monte de laurisilva de Las Mercedes, en pleno ciclo ecológico y natural.

Gracias, "amigas Forever", por su comprensión y por saber que siempre trato de estar ahí por encima de mis defectos, de mis momentos, de mis estados.

No digo que hayan sido malos, ni peores, que no lo han sido. Solo que los necesito, que son necesarios. Los buenos amigos te saben esperar aunqne parezca que los has abandonado.

Casi termino, avisando que en este post he recurrido a antiguois borbotones sin revisar. Es el precio de sincerarse conmigo mismo. Nunca me ha parecido un precio alto. Tal vez, necesario.

Gracias por la importancia, la paciencia y la estancia.

Vuelvo al origen y se los envío o lo encuentran.

PD: una vez me tocó un quinto premio de la lotería. Sigo abonado.


domingo, 27 de septiembre de 2015

Y mi perro me quiere.

Hace mucho tiempo que no ando por aquí.
Incluso era bastante más ingenuo.
No sé si debo algo.
En todo caso, me lo debo.

Ella no se merece.
Mejor, no es merecida.

Es la prueba del algodón.
de tus aciertos y tus errores.
Sobre todo, de sus aciertos.
Sin quitarte demérito.

Son todo suyos.
Vale, casi todos.

Y mi perro baja a saludarme
cuando lo he dejado de lado.
Siempre ahí.
Se hacen querer.

Algo habré hecho bien,
entre tanto reproche.

Yo lo sé,
por ella,
pero los ignotos,
lo desconocen.

Yo lo sé,
y no es por cercanía.

¡Qué también!
¡Quién no es cercano,
es distante!
 Y lo es.

Lo sé.
Lo sufro.

Sin necesidad ni proximidad alguna.
Salvo lo que me busco.
Insensata y humana.
La necesito.

Huelga decirlo.
Manifiesto hacerlo.

Salvaguarda innecesaria
ante ojos introvertidos
que sienten lejos
y cerca.

Lo suyo,
resiliente.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Sabes...

¿Sabes? No te lo conté en su momento, porque auqnue soy transparente de sentimientos, tampoco me voy exhibiendo abiertamente. No revivo momentos complicados, más bien forman parte de mí ser, de mi enriquecimiento personal. Porque, cuando tienes la conciencia tranquila, cuando has vivido rodeado de optimismo y lucha por la vida, cuando has sido aprendiz de ganas de vivir, intuyes que ciertas vivencias se no se quedan enquistadas en lo más hondo, y,aunque uno continúe con la vida pa' adelante, uno no hace acopio de fuerzas de flaqueza con su cuota de felicidad. Siempre quedan huellas, vestigios, restos o enteros de amor, porque así somos, humanos, al fin y al principio. Y yo no quería recordarte nada, porque yo también te leo entre líneas. 

Recuerdas... soy un libro abierto.

Por eso no te lo dije. 

No importa lo que vivamos, sino la intensidad y la honestidad con la que lo hagamos.

Siempre quedan huellas, pero no como heridas. Claro que añoramos, pero no desde la tristeza. Valen más 18 o 20 primaveras que el doble de lustros marcados por el dolor.

Por extraño que te pueda parecer, no pienso en dolor. Pienso en alegría. Mis recuerdos no hacen mella en mis entrañas. Al contrario, me han enriquecido, me aportaron y me siguen aportando.

Alguna vez te seguiré contando, pero siempre nos leeremos entre líneas.

Te mentiría si te dijera que a veces me giro entre sueños. Lo noto, quizás no como quisiera, pero no lo vivo como una pesadilla.

Uno regresa sobre las páginas de un buen libro, para releer aquellas frases que lo enriquecieron, pero si el libro fue bueno, nunca lo hace con recelo, sino para revivir o refrescar alguna enseñanza, no para quedarse atrapado en ellas.

Cuando has tenido algo grande entre tus manos, sientes perfectamente la diferencia. No idolatras, pero sabes que fue así. 

Lo recuerdas, pero no te haces daño con ello, porque te enseñaron a no hacerlo. Lo aprendiste. 

Lo vives con alegría, porque así fue. 

Cuando terminas una novela que te ha cautivado, te da pena cuando llegas a la última de sus páginas y lo cierras. Lo coges por el lomo y lo guardas en tu estantería de incunables escritos a flor de piel. 

Siempre hay un libro que te marca más que otros, pero, lo suele hacer para bien.

De cuando en cuando, lo relees con gusto, pero nunca para hacerte daño por haber disfrutado pasando sus páginas.

Conozco a Carme y te equivocas. También conozco a Inés.

Son parte el tributo injusto de esta modernidad equivocada, enriquecedoras de momentos y vivencias. 

Sabes... 






Un día, el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kamir. Había aprendido a hacer caso riguroso de estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo. Así que lo dejó todo y partió.

Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó, a lo lejos, Kamir. Un poco antes de llegar al pueblo, le llamó mucho la atención una colina a la derecha del sendero. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros, y flores encantadores. La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada.

Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.

De pronto, sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquél lugar.

El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles.

Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquél paraíso multicolor.

Sus ojos eran los de un buscador, y quizá por eso descubrió aquella inscripción sobre una de las piedras: “Abdul Tarej, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días“.

Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra: era una lápida.

Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquél lugar.

Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla. Decía: “Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas“.

El buscador se sintió terriblemente conmocionado.

Aquél hermoso lugar era un cementerio, y cada piedra era una tumba.

Una por una, empezó a leer las lápidas.

Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.

Pero lo que le conectó con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los once años…

Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar.

El cuidador del cementerio, pasaba por allí y se acercó.

Lo miró llorar durante un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, por ningún familiar -dijo el buscador-. ¿Qué pasa en este pueblo? ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué hay tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que les ha obligado a construir un cementerio de niños?

El anciano sonrió y dijo:

- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré…: “Cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que se la cuelgue al cuello. Es tradición entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella:

A la izquierda, qué fue lo disfrutado.

A la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.

Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas y media…? Y después, la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso… ¿cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días? ¿Una semana?

¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? ¿Y la boda de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano? ¿Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones? ¿Horas? ¿Días?

Así, vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos… Cada momento.

Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutadopara escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero TIEMPO VIVIDO”.

viernes, 5 de septiembre de 2014

El mal

Este post está dedicado o dirigido a dos amigos. Bueno, no, que acabo de asistir a una charla de una compañera en la que nos habló de que está mal hablar en género masculino cuando hablamos de dos. Y, en realidad, es así. No hablo para dos amigos. En realidad, hablo para un amigo y una amiga. Ni eso, también hablo para Au. Au no es es Auxi, pero también. La tercera en concordia es una amiga de las impagables.

Vale, ya sé que hace tiempo que no me dirijo a ti de ninguna manera, pero también sé que no hace falta decirte, ni decirme que seguirnos pensando. Tampoco que no necesitas que te diga en que.

El mal.

Vaya título.

Tampoco lo hubiera pensado, aunque te he escrito acerca de ello, si no hubiera coincidido esta tarde con una de las experiencias con las que vale la pena convivir.

La impagable, por su alto valor (no hace falta decir que no precio) es de esas personas a encontrar en uno de esos vestigios a escudriñar pasados los años, si no has tenido la fortuna de no ser historiador y encontrártela pasados los años, sino que te la has topado por uno de esos lances que te proporciona la vida.

Impagable, apreciable hasta el infinito, Au.

Solamente le he hablado de ello a dos personas. Una fue a ti, en clave, pero a ti. La otra, fue esta tarde, pero a ella.

La tercera, que fue de las dos primeras referidas, como no podía ser de otra manera, también es de las impagables.

En realidad, aunque me dirijo a las tres, es con esta última con la que he contraído esta deuda. Yo, mismamente, sin que nadie me obligara. sin obligación alguna, más allá de mi amistad y aprecio.

La primera lo sabe, porque lo hablamos sin tapujos, porque se encuentra en mi pequeño círculo de posibilidades.

Al grano.

Una de las cosas más importantes que he aprendido en mi vida... Un inciso, también va por los otros integrantes de ese círculo. Bien lo sabrán ellos y ellas, que ahora que sé que no es una redundancia, aprovecho para decirlo.

Repito, una de las cosas más importantes que he aprendido, es a perdonarME.

Sí, es posible.

Cuando amas a alguien hasta el punto de echarte en cara algo humano, imperfecto, pero humano. Hasta el punto de poder destruir una amistad o lo que sea, pero, humano a la postre, E indestructible cuando vale la pena...

Vuelvo a repetir, una de las cosas más importantes que podemos aprender en esta vida, es a perdonarnos a nosotros mismos.

¿Sabes por qué?

Porque por mucho que puedas querer a una persona, puedes querer a otras.

Ya sé que te haces daño, pero no lo hagas. No te lo hagas. 

Incluso sé que me lo he hecho, pero no te lo hagas.

Yo he querido hasta la extenuación. Incluso he sentido impotencia por hacerlo. Pero he querido y quiero a otras personas.

No es espurio, ni nunca lo ha sido. Incluso aunque judeomasónicamente nos han maleducado en ello.

No te flageles. No lo merece nadie. Menos alguien que vale tanto como tú. Alguien que me ha enriquecido tanto y vale tanto como tú.

Sabes que sé de lo que hablo. Sabes que te aprecio mucho, tercera persona.

Lo de tercera persona no está dicho espuriamente. Tú que me conoces lo sabes. 

Yo, que te conozco, algo más. Aunque sea expositivamente, pero no vilmente.

Perdónate. No hablo cristianamente...

Hablo desde donde he aprendido.

Hablo desde quien ha entendido que querer no es desquerer.

Sé que soy tu amigo, pero sabes que eso no me ciega. Nunca lo ha hecho, aunque sí que lo he sentido.

He amado, y lo he hecho a mares. ¿Por qué tú, que al menos vales tanto como yo, no ibas a hacerlo?

Igual que leer es un verbo que no admite el imperativo, por qué iba a serlo el verbo amar. 

Amar no es un verbo que no sólo no admite el imperativo (que es su negación), sino que no admite incompatibilidades.

Es un verbo que se conjura en plural.

Un plural que habla de la grandeza humana y no de la mezquindad. 

Tú amas.

¿Y sabes por qué lo haces?

Porque tienes un gran corazón que te permite hacerlo en plural.

¿O crees que eres especial y sólo tú puedes hacerlo para castigarte?

No te creas tan especial. Yo también lo he hecho.

Y, no creas que espuriamente.

Lo he hecho con todo el corazón del que soy capaz.

Tú eres mi amiga, y te espero.

Vaya que te espero... Con todo mi corazón, con todo mi aprecio y con toda mi amistad.

La misma que me profeso.

No es mal... es grandeza de corazón.

La que tienes. Me sumo.

Lo ves, he acabado hablando para ti. En el fondo sé que te lo debía. Mi corazón y amistad me lo decía. pero sabes que he hablado para los otros dos que nombraba, para mis otros amigos, y para todas aquellas personas a las que, sin pretensiones, pudiera hablar.

No soy menos por querer más. No eres menos por querer más. No somos menos.

Todos buscamos una razón de ser. No nos basta el dinero. Yo creo que hace tiempo que la he encontrado, aunque, en honor a la verdad, disto mucho de conseguirlo. Lo sigo intentando.

Nos esperamos.







domingo, 22 de junio de 2014

Cómo me siento

Pues bien y mal.

Bien, porque me veo útil y capaz de transmitir y prestar ayuda con mi experiencia vital.

Mal, porque mi experiencia no es suficiente y sigo cometiendo errores.

¿Cómo si no voy a seguir acumulando experiencia que compartir? Si puede servir de ayuda a alguien, es necesario que siga aprendiendo.

Hoy me siento orgulloso de mis chicos (hablando sin sentimiento de propiedad, sino desde el corazón).

Pero nunca es suficiente para dejar de cometer errores, reflexionarlos mirándome a los ojos y decirme a la cara las verdades del barquero.

Tampoco es necesario flajelarme más allá de lo necesario, si es que hacerlo algo es necesario.

Soy como un libro abierto, en Time Roman 14. Transparente como puede contemplarse La Gomera desde el sur de Tenerife en un día sin calina.

Me puedo equivocar y no puedo evitar sufrir cuando lo hago, pero la vida me enseña a relativizar y a separar el trigo de la paja, lo verdaderamente importante de lo que no lo es. Lo que pasa y se olvidara y lo que realmente queda.

Hoy va por mis chicos, por los que están aquí y por los que no han podido venir.

También va por mis errores, aunque hoy me duelan.

Mañana será otro día. Hoy ya he comenzado a aprender. Seguir aprendiendo. No nos queda otra, afortunadamente.

Creo que hoy he ayudado a crecer mientras crecía.


lunes, 6 de enero de 2014

Cómo convertir al estrés en tu amigo y el efecto boomerang

Hoy me he despertado con este correo:
Uno de los vídeos que tuve que ver para el curso de psicología que estoy haciendo fue este y me pareció muy interesante, así que lo comparte con ustedes. Es también bastante ameno (Especialmente en comparación con otros de psicología que me he tenido que tragar... )

TRAE SUBTÍTULOS EN ESPAÑOL
Es un correo de mi hijo Carlos (tal día como hoy alcanza la mayoría de edad). Durante años he llenado su correo de mails buscando abrirle horizontes y ofrecerle diferentes propuestas para que desarrolle su propio currículum de vida, eligiendo las propuestas que le fueran resultando atractivas e interesantes.

Uno de mis mayores placeres, creo que lo he comentado alguna vez, es el de encontrarme su correo abierto y comprobar, no por invadir su intimidad, sino por placer, como algunos de mis correos permaneces cerrados y otros abiertos. 

De eso se trata, él es el que debe elegir. Yo sólo pongo a su alcance posibilidades, que él desarrollará o no en función de sus gustos, intereses o caminos.

Pero este correo marca una tendencia, quizás un cambio de rumbo.

Ya debo algunos post a sus correos de vuelta. Siempre me ha enriquecido, pero ahora comienza a devolverme algunas de las cosas que he tratado de darle. Es lo que yo llamo, en nuestra profesión, el pago diferido, interminable en el caso de la paternidad. Es el efecto boomerang que surge de nuestra plantación de dátiles, tanto en el terreno familiar como profesional. Incluso cuando la labor se torna más difícil, especialmente cuando es así.

Pasando al vídeo (por cierto, me ha gustado bastante) he de decir que me ha hecho reflexionar sobre el estrés en mi vida. Esa arcaica fiera indomable que nuestra vida moderna ha tornado en omnipresente. Es cierto que el estrés lo asociamos a cuestiones negativas. Pero, quién no ha vivido momentos en los que se encuentra embarcado en una aventura que le produce estrés, pero felicidad al mismo tiempo. 

De eso va este clarificador e interesante vídeo de Kelly McGonigal en TED con el que les dejo. Gracias, Carlos.


viernes, 21 de junio de 2013

Para todos aquellos...Y uno aprende

Ahora que se acercan las vacaciones, dejo este poema, del que desconozco su autor (parece ser que erróneamente se le atribuye a Borges), 
para todos aquellos profesores 
que aprenden del día a día, 
que no se conforman, 
que miran a sus alumnos a los ojos, 
que no los hunden con su mirada, 
que disfrutan de cada clase aunque sea agotadora, 
aunque por momentos piensen en tirar la toalla, 
pero levantan la cabeza al instante 
y ayuden a otros a hacerlo.
Para todos aquellos que luchan por reequelibrar la sociedad
para aquellos que brindan oportunidades 
y tienden manos, alzan puentes
y enseñan  a cruzar ríos.
Para los que no se creen algo más
por saber algo menos,
que aprenden mientras enseñan
sin que se les caigan los anillos,
que no hielan esperanzas
sino prenden llamas.
...Y uno aprende, mientras cree enseñar

El poema: 
Y uno aprende

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma,
y uno aprende que el amor
no significa acostarse
y una compañía no significa seguridad
y uno empieza a aprender.

Que los besos no son contratos
y los regalos no son promesas
y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos
y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes…
y los futuros tienen una forma de
caerse en la mitad.

Y después de un tiempo
uno aprende que si es demasiado,
hasta el calor del sol quema.
Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende…
y con cada día uno aprende.




domingo, 21 de abril de 2013

Lo importante no son las palabras

Una amiga, una buena amiga, me escribió unas bonitas palabras. Le pedí permiso para usar algunas aquí:
Hoy he encontrado un cuento* que imagino ya conocerás, con el que, al leerlo, me sentí identificada. Fue la frase que marqué en negrita la que hizo sonar mi alarma y darme cuenta que yo soy así.
Muchas veces dejo de responder mensajes por analizar demasiado lo que quiero decir, porque no resulte demasiado simple, porque no se me ocurre nada ingenioso, porque lo escribo y al leerlo de nuevo lo borro,.....
A ver si asumo este mensaje y aunque sea a través de un simple detalle o simplemente "recibido, gracias" comunico que agradezco mucho que me hagas partícipe de tus momentos, sentimientos y experiencias, las cuales aprecio y valoro enormemente.
Gracias, querida amiga. Me ha encantado tu reflexión, que tras pedir tu autorización, intento escribir aquí.

No deberíamos tener miedo de escribir. Tampoco deberíamos tener miedo a equivocarnos. Nuestros amigos lo entenderán. Lo demás no importa. 

El error, aparte de hacernos mapas humanos, es la clave de los aciertos.

Rutas. Las rutas nunca son rectilíneas, Ni siquiera en kilómetros y Kilómetros de autopistas.

Me quedo con un buen y humano sendero, con sus curvas, con sus vaivenes, con sus recovecos, con sus vueltas que parecen retroceder, cuando en realidad te hacen avanzar.

Veredas angostas cargadas de rozaduras que avanzan dejando huellas en el camino, haciendo el camino mismo.

Hemos sido educados en época de prohibiciones, cercenando nuestras letras, nuestras expresiones, castrando cualquier atisbo de sentimiento.

No es que no estén ahí, es que no hemos sido educados para mostrarlos.

Han sido calificados de debilidad, cuando las personas más grandes que conozco son sentidas y fuertes o lo han sido mientras caminaban pro esos senderos. Buena e importante parte de ellos los has recorrido conmigo.

Caer nunca es grato en el momento, pero que me dices del orgullo sano que sentimos al lograr ponernos de pie. Y la manera en que miramos atrás y sin querer lastimarnos, mucho menos flagelarnos, llegamos a apreciar esa caída que nos permitió levantarnos.

Es cierto que el momento puede ser o parecer malo y que cuesta asimilarlo en más de una ocasión, pero no es menos cierto que pasado un tiempo, si lo miramos de frente, cara a cara, asumiendo la parte que nos toca y no podemos cambiar, nos hace no más fuertes, que también, sino, sobre todo, mapas humanos llenos de trazos y mojones.

A veces compartimos nuestros mojones, los escribimos, dejamos que les sirvan a otros, aún a sabiendas de que cada uno necesita trazar los suyos propios. 

Sin embargo, no resuelven, pero sí que ayudan, abrazan.

Cuando te escribo estas palabras, querida amiga, estoy prestando uno de esos mojones en espera de que si bien no puedan resolver, sí que puedan ayudar, abrazar.

Siento el dolor de los amigos como propio. Sus tropiezos me afectan.

En ocasiones no entiendo como la vida se puede cebar en los mejores, en los buenos, en los que no hacen daño a otros. Y no una única vez.

A pesar del entrenamiento, cuesta entenderlo.

Pero los senderos y veredas nos ayudan a reunir mojones, a guardarlos en nuestras mochilas para la ocasión. Para brindarlos, para ofrecerlos, para rutear caminos. 

Sistemas de Posicionamiento Global, que si bien necesitan ser actualizados para cada ocasión, interpretados por cada persona, deben ser recorridos en la realidad de cada uno.

No valen las muletas, pero una mano tendida nunca deja de ser una mano atendida.

Hace tiempo que aprendí, querida amiga, que las palabras no son lo importante, que habiendo sentimientos, transmitiéndolos de una y mil maneras, casi sobran.

Dejar atrás el miedo a escribir, a caminar, a transitar senderos, a brindar mojones. Ya lo dijo el poeta
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.


* UN NUDO EN LA SÁBANA

En la reunión de padres de familia de una escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos.
Ella entendía que aunque la mayoría de los padres de la comunidad eran trabajadores, debían encontrar un poco de tiempo para dedicar y pasar con los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana.

Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo y cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya estaba acostado.

Explicó además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.
Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba reemplazar esa falta dándole un beso todas las noches cuando llegaba a su casa y para que su hijo supiera que él le había ido a ver mientras dormía, hacía un nudo en la punta de la sábana.
Cuando mi hijo despierta y ve el nudo, sabe que su papá ha estado allí y lo ha besado. El nudo es el medio de comunicación entre nosotros.

La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando comprobó que el hijo de aquel hombre era uno de los mejores alumnos de la escuela.

Este hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros.
Aquél padre encontró su forma, una forma simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía a través del nudo, todo el afecto de su papá.

Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento. Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban para aquél hijo, muchísimo más que un montón de regalos o disculpas vacías.

Es válido que nos preocupemos por las personas, pero lo más importante es que ellas sepan y puedan sentir nuestra preocupación y cariño por ellas.

Para que exista la comunicación, es necesario que las personas “escuchen” el lenguaje de nuestro corazón, ya que los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras.
Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el golpe de la rodilla o el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben distinguir un gesto de afecto y amor, aunque ese gesto sea solamente un nudo en la sábana. Un nudo cargado de afecto, ternura y amor.

Tecnología y edad aumentada

Esta entrada no la escribí inicialmente para este blog, pero es merecedora, Julita, de estar aquí, donde anidan mis sentimientos, donde navegan mis amistades.

La tecnología y la edad no están reñidas ni son aliadas per se.

Cuando hablamos de nativos digitales, lo solemos hacer de manera errónea, dando por supuesto en muchos casos, que por el hecho de haber nacido en esta era, un niño o joven tiene un don innato para adaptarse a las nuevas tecnologías.

En realidad, lo que tienen es una predisposición para integrar el mundo en el que nacen, al asombrarse de manera curiosa por lo que les rodea.

Los mayores, también nos asombramos, pero ese asombro se torna bloqueo en muchos casos.

Sin embargo, erramos cuando creemos que esa predisposición los convierte en competentes digitales.

De hecho, muchos jóvenes son auténticos analfabetos digitales más allá de colgar algunas fotos y unas cuantas palabras en redes sociales.

Si pierden o les hacemos perder esa capacidad de asombro, no se integrarán en el mundo digital y/o cultural y caerán en la parte más baja de la brecha digital/cultural.

Por el contrario, nos encontramos cada día en la red a personas que mantienen intacta su capacidad de asombrarse ante la vida y todo lo que ésta nos depara, sea digital, cultural, emocional o medioambiental.

En este sentido, me quito el sombrero virtual, ante una compañera, amiga, maestra (en cuanto a lo que enseña y a lo que me enseña). Me refiero a mi apreciada Julita, autora del blog Creación literaria en primaria

Comencé a conocerla a través de ese maravilloso blog y después entablé contacto virtual a través de su amiga Conchita y de la Tribu 2.0  y la red social de Cine y Educación Cero en conducta. Posteriormente, tuve la suerte de poderla desvirtualizar en varias ocasiones.

De Julita, siempre me han sorprendido varias cosas.

La que más me ha sorprendido y contagiado es su capacidad para emocionarse y asombrarse con su profesión, vivirla, desvivirse, apasionarse por incorporar nuevos conocimientos y herramientas digitales y crear entre sus alumnos y todos los que tenemos la suerte de haber coincidido con ella toda una campaña viral de contagio.

Otra de las cualidades que me sorprenden de Julita, es su inquietud por compartir todo lo que aprende, lo que le emociona y no quedárselo para ella sola.

Los que no la conocen, quizás, pueden pensar, ante tanta ilusión y sapiencia tecnológica, que estamos hablando de una profesora recién salida de una facultad de educación. 

No es así. En muchos casos, como ella misma relata en sus múltiples experiencias con estudiantes universitarios, como estos desconocen las tecnologías al uso.

No es así. Estamos hablando de una profesora en su último año laboral. 

Afortunada que recibirá un merecido descanso ante una labor tan intensa y fructífera y que los demás probablemente no llegaremos a conocer por la obra y desgracia de un gobierno que se ha jugado el dinero de nuestras jubilaciones en la lotería de los bonos de  deuda del Estado sin pedirnos permiso y por un sistema neoliberal que amenaza con destruir la convivencia y el bien común.

Julita es de esas personas, de esas maestras que hacen de la vida una escuela permanente. Que mantienen intacta su capacidad por descubrir y emocionarse. Las personas que desarrollan esa virtud, no sólo son más felices en su vida laboral, sino también en la personal. Consiguen que la edad no sea un problema, sino una ventaja.

Vivir es no dejar que el día a día acabe con nuestra capacidad de descubrir algo nuevo, asombrarnos y emocionarnos ante ello.

Por esta razón, Julita no envejecerá al día siguiente de su jubilación. No lo ha hecho hasta ahora y no lo va a hacer. Seguirá encontrando cosas con las que erizar su piel cada día y las seguirá compartiendo con nosotros.

Vean sino, en el siguiente vídeo, a una mujer de 90 años de edad, a la que le fue entregado recientemente un  casco de realidad virtual para que lo probase y registrar su experiencia. 

A la señora, se le mostró la belleza del paisaje de la Toscana a través de una herramienta de realidad aumentada.

En el vídeo, podemos comprobar como esta mujer de 90 años no ha perdido la capacidad de asombrase sin bloquearse para acceder a nuevas experiencias.

¿Cuántos compañeros y supuestos jóvenes digitales que conocemos no se asombrarían y disfrutarían ante una nueva experiencia como lo hace esta señora?

Julita, al igual que esta señora, se asombra a diario y lo que es mejor, hace que los demás nos asombremos sin bloquearnos.

Gracias, Julita, por permitirnos ser tan afortunados.


  PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
autógrafo
José Agustín Goytisolo      



 

sábado, 13 de abril de 2013

El sentido de la vida

El sentido de la vida es el humor.
Sí, como lo lees.
No en el sentido simplón y pasajero, que también,
No pusilánime ni ciego.
Salvo que hablemos de la ceguera de Saramago
(que atrevimiento). Atrevimiento admirado.
Admirado en la medida en la que no se tienen ídolos.
Ejemplos como el de Sampedro
El ejemplo de Sampedro

Humor comprometido
Humor Roto, a pedazos.
Con el grado de acidez justo y necesario.
Humor valiente y atrevido.

El necesario para trazar una caricatura de ti mismo
sin apenas saber dibujar
Al menos en el sentido clásico,
lejos de aquel que defiende Ken Robinson.

Reírte de tu sombra
porque se atreve a ensoñarte de acuerdo a los cánones más clásicos.

Anárquico sentido del humor
que, más que romper moldes,
los delata sin ser delator.

Ha nacido el antilíder.
Y ha venido a reírse.
¡Qué quede claro!
¡No ha venido a burlarse!
¡O sí!
¡Pero no de este mundo!

Un viaje, un congreso, un avión y un barco.
Todos vuelan.
Cada uno a su manera.
Amigos con los que compartir una sonrisa.
Amigos con los que compartir unas risas.

El líder convertido en antilíder.
Y viceversa.
¡Como Sabina!

El sentido de la vida es el humor.
Ese que nos permite reírnos
hasta del sentido cabril del harlem shake,
aunque tengan que abrirnos los ojos
para poder hacerlo.

Reír hasta llorar.
Llorar hasta reír.

¡Cuánto más difícil sea, más mérito tendrá!
Me he reído del dolor
Sin por ello dejar de sufrirlo
Sin por ello tratar de ocultármelo
Sin por ello tratar de negármelo
Sin por ello renunciar a vencerlo

Dibujando carcajadas en el rostro de la vida
Compartiéndolas como quién reparte globos a niños
A niños grandes,
ávidos de las caricias que las sonrisas generan
en el rostro de las personas ciertamente humanas

El sentido del humor en el trabajo
No como un recurso capitalista
No como un recurso neoliberal
Sí como un recurso humano
No como un Recurso Humano

El sentido de la vida
El sentido de la Vida es el el Sentido del Humor
Sentir el Humor en tus venas


* El ejemplo de Sampedro