Pocas personas saben que cuando nos conocimos, estuvimos unos tres días enfadados sin hablarnos. Pero pronto me enseñaste que tras esa fachada de dureza de un carácter fuerte, se encontraba un gran corazón dispuesto a dar siempre el primer paso cuando pensabas que te habías equivocado sin que se te cayeran los anillos. Al bocazas que siempre he sido, lo desarmaste fácilmente y a partir de ahí, forjamos una gran amistad que se ha mantenido a lo largo de los años en los que hemos compartido muchos amigos de esos verdaderos que nos acompañan en nuestras mochilas.
Con el paso de los años, fuiste modulando tu carácter y almacenando las enseñanzas que nos ofrecía la vida y haciéndote más sabia. Siempre has compartido las cosas que has aprendido con los demás y siempre te preocupaste por todo y por todos. Ha sido un auténtico lujo compartir contigo estos años de aprendizaje en los que cada vez me resultaba más difícil buscarte la lengua y provocarte sin llevarme ningún espantón. Sabes que siempre he disfrutado provocándote, pero en los últimos tiempos ya te parabas a pensar y no caer en la trampa y te dabas cuenta que estaba bromeando antes de responderme.
Siempre has sido fiel a las personas y es otro valor importante para los dos que hemos compartido y que tanto nos ha unido. Tu fidelidad nunca te ha impedido decirme lo que pensabas, meterte conmigo o decirme las cosas claras a la cara. Y siempre te lo he agradecido, porque solías tener razón y me hacías ver mis errores. Siempre lo hiciste como deben hacer las personas, para ayudarme y hacerme ver mis equivocaciones.
Siempre te he conocido defendiendo al más débil y las causas justas, incluso cuando debías hacerlo con personas que no te caían especialmente bien. Siempre has expresado tu opinión valiente y siempre has sido una voz autorizada en los claustros o allá donde las dieras y respetada por todos, porque siempre hablaste claro y fuiste consecuente sin aspirar a ser perfecta.
Juntos, con la ayuda de muchos compañeros y amigos hicimos muchas cosas por el centro y por el alumnado y siempre vi cómo conquistabas a los alumnos más complejos aunque comenzaras enfrentada a ellos. Pero en cuanto dejabas ver una esquina de tu gran corazón, caían rendidos ante él.
Cuantos amigos y momentos hemos compartido. Mira uno atrás y ve muchos buenos momentos y amigos. Nuestra querida María, Reyes, Nino y tantos, que nos han enriquecido a ambos, que creo que nos podemos sentir orgullosos de lo vivido. También, compartimos momentos muy duros y experiencias menos gratas, que siempre fortalecieron nuestra amistad.
Yo, cuando sea mayor, si alguna vez lo consigo, quiero ser como tú. Sin ir más lejos, en este periodo de pandemia, me llamabas casi cada día para pedirme ayuda y siempre me pedías perdón. Y sabes que no me costaba nada, porque yo quiero llegar con esas ganas de aprender cosas nuevas hasta el último día. Solo las ganas e interés que ponías y sigues poniendo era suficiente recompensa y ejemplo para mí.
Creo que has puesto tu granito de arena para que mucho alumnado desorientado encontrase su camino y en esa faceta, también me he sentido un alumno aventajado que ha aprendido de ti y de tu ejemplo todo lo que ha podido. De pequeño, me hubiera gustado tener una profesora como tú, aunque me hubiera llevado muchos rapapolvos, pero seguro que me hubieras hecho cambiar.
Siempre he aprendido de la pasión que has puesto en tu profesión y de la lucha por los alumnos más desencaminados. De las horas que le has dedicado sin mirar el reloj y a sabiendas que lo que hacías era importante, mucho más allá de unas notas. Te importaban las personas, siempre te importaron y, mira por donde, se ha convertido en el lema del centro.
Siempre has sido un apoyo para los directores que han sabido ver la persona que se encontraba detrás y siempre han valorado tu franqueza y sinceridad cuando has tenido que decirles algo que no les gustaba escuchar. Creo que Rosa, como en su día Paco y también yo mismo, sabíamos que debíamos escuchar tu sabia opinión aunque de entrada nos no nos agradara.
Pocas personas he conocido como tú que supieran tanto sobre el funcionamiento de los grupos humanos, que vieran los hilos invisibles que unían o enfrentaban a personas. Decir la palabra adecuada en el momento justo. Saber reconocer los errores con humildad y no cortaste nunca dar el primer paso si creías que debías hacerlo. He aprendido tanto de ti sobre cómo arreglar entuertos, que creo que no sería el mismo sin haber compartido todas esas enseñanzas.
Nunca me he sentido abandonado por ti, ni siquiera en mis mayores errores. No dejabas de hacérmelo saber, pero aún así, siempre he sentido tu apoyo y ayuda, aunque no lo mereciese.
Llevo todo un curso pensando en estos momentos y emocionándome. Creo que no seré el único que sienta tu marcha y que se sienta agradecido. Solo hay que pasarse por Facebook y ver todos los antiguos alumnos y compañeros que de corazón te están dando las gracias por todo lo que hiciste y haces por ellos y por nosotros.
El otro día grabábamos un vídeo en el que debíamos decir una única palabra que definiera el centro que tantos amamos. No fue fácil. Tampoco hacerlo sobre ti, pero trataré de decir algunas de las palabras que te definen:
Amistad, lealtad, lucha contra la injusticia, defensa del débil, apoyo, empatía, no dejar tirado a nadie...
He aprendido muchas cosas de ti, he tenido el gran lujo de pasar años a tu lado y de considerarte mi amiga, de las que nunca fallan.
Gracias, MAESTRA.