sábado, 11 de octubre de 2008

* 39.- Recuerda, cuando buscamos el queso

Recuerda, cuando buscamos el queso, a veces nos equivocamos y pensamos que tiene que ser otra persona.
Y no es así, es a una persona a la que tenemos que encontar.
A nosotros mismos.
A veces las ganas de encontrar queso nos lleva por falsos atajos o por caminos equivocados.
No es preocupante, es parte del camino.
Una parte necesaria.
Podemos andar y desandar.
Para seguir andando.
A veces resulta duro, hay cuestas pronunciadas o grandes bajadas que al principio nos engañan, pues creemos que hemos llegado a un terreno suave, pero entonces se vuelve vertiginoso y nos apuramos tratando de agarrarnos a cualquier cosa para no continuar descendiendo.
Entonces, viene la calma, la reflexión, el buscar en nosotros mismos lo mejor que tenemos.
Lo que en realidad somos.
Al principio nos da vértigo de nuevo, nos asustamos, creemos que lo que vamos a encontrar no nos va a gustar.
Incluso pretendemos renunciar a la búsqueda.
Pero poco a poco, si continuamos, nos damos cuenta que cuando vamos apartando las capas de dolor y miedo, va apareciendo nuestro verdadero ser.
Y entonces los miedos van desapareciendo.
Nos vamos dando cuenta de que no somos perfectos.
Pero que aún así hay muchas cosas en nosotros que realmente valen la pena.
Y entonces nos centramos en ellas y las potenciamos.
Y comenzamos a darnos cuenta de que no somos tan malos.
Que hay muchas cosas en nosotros que realmente valen la pena.
Y que nuestras miserias son parte del camino.
Y las podemos ir superando.
Y entonces ya sabemos hacia donde orientar el velamen y cual es el puerto hacia el que queremos llegar.
El puerto somos nosotros.
Y al descubrirlo, descubrimos que nosotros también son los demás.
Ya no esperamos gratificaciones.
Las gratificaciones somos nosotros.
Y nos comenzamos a sentir gratificados.
Y al darnos las gracias, se las estamos dando al mundo entero.

Cuento Asociado:
Los sueños de un rey

1 comentario:

MA dijo...

Mi querido amigo:
No he estado. Sencillamente, no estaba. Demasiado aturdimiento, descontrol, hasta resabio. Corté físicamente. Y sentó bien. Ahora he regresado. Y leo, otra vez con los mejores ojos, con los de ver la verdad, lo que tienes delante que es todo. Y vuelvo a ver cuando buscábamos el queso, y los Faros y Los Palos. Dios, ¡qué suerte! GRACIAS.