viernes, 5 de diciembre de 2008

* 49.- CIERTAMENTE VALIDEZ

Hoy he visto de cerca dos caras de una misma moneda.

Dos compañeras no soportaban la espera de los resultados de un inhumano sistema de oposiciones.

Deambulaban nerviosas e inquietas durante días con la esperanza a cuestas y con la ilusión compartida de sus compañeros, que veían en su gozo una manera de compartir, y en sus nervios una manera de dar solidaridad.

Hoy, al límite de su enervada espera, tienen conocimiento de la imediatez del resultado. No cabían en sí y los nervios compartidos desbordaban los pasillos.

Me entero de la alegría y de la pena.

Veo venir a la pena a lo lejos en el pasaillo.

El corazón me da un vuelco.

Mis sentimientos: la validez, el apoyo, la solidaridad y todo aquello que a veces no somos capaces de expresar con palabras.

Pocas palabras, el tiempo me lo ha enseñado, un brazo que comparte, que apoya, que valida.

Mundo maniqueo que se empeña en clasificar a las personas a un lado u otro de líneas.

Triunfadores y vencidos.
listos y tontos
simpáticos y desagradables
altos y bajos
ricos y pobres
guapos y feos
estudiosos y torpes
cultos e incultos
gordos y flacos
ruines y estupendos
famosos y fracasados
válidos e inválidos
opositores y funcionarios

Mundo estereotipado de series que se empeña en catalogar a las personas en inexistentes grupos más allá de cualquier entelequia humana.

No hay líneas de separación, sólo transiciones, y nunca se muestran en un único sentido. Existen multitud de matices, tonalidades, sensaciones, sentimientos y carga realmente humana que crean y no barnizan personas.

La validez no la deciden pruebas objetivas alejadas de la realidad. igual que la competencia no la decide ningún premio de calidad.

¿Quién es más válido? ¿La que aprobó? ¿La que suspendió? ¿Nosotros que estamos aprobados?

Todos son válidos, porque su validez la demuestran en el día a día y en su calidad como personas. Ninguna falsa línea va a marcar diferencias en el verdadero valor de las personas ni de los profesionales.

Entelequias que pueden marcar las vidas de las personas si las dejas.
Pero no es así, al menos no debería serlo.

Se trata de, sin obviar la realidad inventada, poner los pies en la realidad vivida y por vivir, en la importancia de lo auténtico, aunque vaguemos eternamente en su búsqueda sin terminar nunca de encontrarlo.

La vida es otra cosa, y el trabajo también, a pesar de los burócratas del papel que todo lo aguanta y que tratan de complicar nuestra realidad, haciéndonos creer que la suya es la tangible, cuando no alcanza ni la categoría de ficción.

La manera de superar esta inmunda oligarquía es vivir en la consecuencia, ser consecuentes con las cosas en las que creemos, seguir siendo nosotros mismos sean cuales sean las circunstancias, aunque a veces nos cueste y cometamos errores.

Cuando eres realmente válida, querida compañera, no dejes que ningún mercader fije tu auténtico valor, más cuando tienes auténticos compañeros que te validan a diario y son cómplices que disfrutan de tu sonrisa.

Hagamos una prueba: cerremos los ojos, pensemos en la compañera ¿Que imagen es la primera que viene a nuestra mente?

En mi caso está claro: su sonrisa.

Su sonrisa, presta siempre a regalar gratuitamente, sin pedir nada a cambio. Esa que acorta los largos pasillos, esa que ama su trabajo, esa que respeta a los alumnos aunque no simepre lo merecieran.

Esa sonrisa encontrada en tantos y tantos lugares, en tantos y tantos momentos de guardias compartidas, en clases creativas en las que haces un uso no viperino de tu lengua.

Esa sonrisa de espíritu es la que da tu verdadera validez, y la da en todos los terrenos, sean profesionales o personales, más allá de humanas miserias y errores mundanos.

Querida compañera: no lo dudes, eres válida, nosotros te validamos a diario, tú te validas y nos haces válidos.

Cuento asociado: se que me repito, pero creo que la ocasión lo merece y te voy a dar dos cuentos. Uno ya te lo di una vez. El otro nos ayudó y nos sigue ayudando.

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO

¡NO SE HAN PODIDO LLEVAR LA MÚSICA!
De Eduardo Galeano

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Como siempre tus comentarios parecen que llegan en el momento oportuno... Como sabes yo estoy en la misma situación que tu compañera, pero yo aprobé, ahora me queda la angustia de saber: ¿conseguiré plaza?. Esto es una tortura sin fin. Creo que solo los que han pasado por esto se lo pueden imaginar. Y luego están esas alegría agridulces, tu apruebas, pero tus compañeras no. No sabes que palabras buscar para consolarlas....
En fin, pero esto es lo que hay si queremos conseguir una estabilidad en nuestro trabajo. Pero es demasiada la tortura hasta conseguirlo... Pero como tú bien dices, debemos quedarnos con nuestra valía, con todas aquellas personas que se han preocupado por nosotros, que están pendientes...
Muchísimos ánimos para tu compañera.

Anónimo dijo...

Tu compañera es mi amiga y con ella he vivido de cerca todo este calvario inhumano que ha sido este proceso de oposición interminable... Un calvario que ella ha afrontado con valentía y, sobre todo, con buen humor...
A menudo recuerdo cuando nos vimos por primera vez. Recuerdo que me dijeron: este año vas a tener una compañera de departamento estupenda...Y entonces llegó ella, precedida por esa sonrisa que nos cautiva a todos... Y desde ese día se convirtió en un pedacito imprescindible del centro (tanto para el resto del profesorado, como para el alumnado y, por supuesto, para mí).
Si hay algo que la define es su humanidad, humanidad hacia todos, humanidad desinteresada, una humanidad que ella envuelve en un cariño que es capaz de demostrar a cada segundo, en ternura, en alegría, el originalidad, en fuerza, en amor a su trabajo, en valor... Cada día aprendo algo de ella y cada día me sorprende, tanto por sus acciones personales como profesionales. A menudo me pregunto: ¿cómo lo hace?
Sé que más pronto que tarde nuestros camino se separarán (tristemente, es ley de vida), pero me llevo de ella todo lo que aprendido y, sobre todo, su amistad.
¡Muchas gracias!

Anónimo dijo...

Soy la afectada compañera o, mejor dicho, la compañera afectada. Ciertamente han sido muchos días de espera, de incertidumbre, que han terminado con el desenlace menos deseado. La verdad sea dicha, el día que conocí la nota, no fue un buen día. A pesar de que contaba con esa posibilidad, esperaba llegar al menos al 5. Sin embargo, a falta de cinco décimas, habré de intentarlo de nuevo. Mis emociones se mezclaban: impotencia, tristeza, incomprensión, conmoción por la respuesta de mis compañeros y amigos... Pero decididamente, no valía la pena dedicarle más de un día. Así que ese día me desahogué, pero ni un día más. Ahora toca revisar fallos e intentar enmendar el entuerto, que siempre estará a disposición de quienes no tienen idea del trabajo que pueda llevar a cabo en el aula...
El sistema siempre es injusto, más para unos que para otros. Injusto porque no cuenta con muchas variables que forman parte del vivir de cada día, porque exige demostrar una serie de cuestiones que poco o nada tienen que ver con la realidad del aula, porque no valora lo que mis compañeros son capaces de ver y valorar;)...
Gracias a todos por estar ahí; me sentí tremendamente arropada. Sinceramente me sorprendió la respuesta de todos.
De la misma manera, me ha sorprendido comprobar en este blog, que esa nota no sólo me ha afectado a mí; que un compañero, que siempre me ha dado ejemplo de lo que significa luchar y mantenerse al pie del cañón, de coraje y entereza, se hace partícipe de mi malestar. Sabe ir mucho más allá de puros trámites burocráticos y fijarse en las personas, en lo que realmente son. Debo agradecerle la visión que tiene de mí. Que una persona tan luchadora como él me dedique estas palabras y estos pensamientos, me llena de orgullo, pues para mí es todo un ejemplo a seguir. Así que no voy a tirar la toalla. Imitando su empeño por lograr lo que se propone, seguiré plantándole cara a este sistema administrativo nuestro.
Cuando regresé al centro, después de siete años, lo hice conociendo de antemano que tendría unos compañeros excepcionales. No me han defraudado. Lo que me dijeron de la que sería mi compañera de departamento, lo ha superado con creces, por lo que me alegro enormemente de haberla conocido y, sobre todo, de ser su amiga. Sin duda, un ejemplo a seguir. Mil gracias, querida amiga.

Mil gracias por todas las palabras dedicadas en este espacio, me han llegado al alma. Me siento muy orgullosa de mis compañeros porque vale la pena desplazarse cada día 30 km para trabajar con ellos y, cómo no, echar unas risas.