viernes, 13 de febrero de 2009

* 92.- CÓMO EDUCAR DESDE LA EXPERIENCIA

Tengo una manera un poco peculiar e incluso desordenada de leer. Suelo leer muchos libros a la vez, porque hay libros que aunque los considero interesantes, me cuesta más leerlos y lo hago poco a poco.

No es que no me resulten gratificantes, sino que me piden una lectura más pausada y esperando el momento en el que el cuerpo me lo pida.

Otros incluso los aparco durante una larga temporada, hasta que de pronto me topo con ellos y parecen llamarme de nuevo, y como llegado su momento, los devoro en poco tiempo.

Algunos realmente no puedo con ellos y los abandono.

Y, sin embargo, hay algunos que desde que caen en mis manos, desde que me llaman desde las estanterías de una librería, parecen predestinados a que los lea de pocas sentadas. Son libros que llegan en el momento oportuno o incluso intemporales.

He hecho todo este preámbulo para hablar de un libro que cayó en mis manos y es de los que leo casi de corrido.

Se trata de "Cómo educar desde la experiencia. Estrategias para lograr un aprendizaje exitoso" de Isabel Agüera. A priori, por su título, pensé en un libro teórico, con los típicos rollos, del que únicamente esperaba sacar alguna enseñanza muy concreta.

Pero no fue así, realmente hablaba desde la experiencia. Desde la práctica. Pero sobre todo desde el amor de una maestra a la enseñanza y a los alumnos con los que había trabajado lo largo de los años, que se habían convertido en sus verdaderos maestros. Y hablaba de los habitualmente desterrados por el sistema, sus familias, e incluso por profesores desamparados, sin medios ni recursos para estos casos y abandonados por una sociedad que los responsabiliza de todos los males y los abandona ante el problema.

Todos los que estamos relacionados con el mundo de la enseñanza, solemos estar más que hartos de cursillos o burócratas alejados de la enseñanza o con escaso contacto con ella en tiempos bastante lejanos.

Y, en ese sentido, este libro, todo un relato vital del amor a una profesión y a sus protagonistas, supone una bocanada de aire fresco para cualquiera que aprecie esta profesión.

No nos aporta una visión idílica tan habitual. Cuenta sus experiencias en una realidad con la que se muestra crítica, pero nunca por ello, pierde su ilusión, que transmite de manera contagiante.

Se enfrenta con un sistema que margina a los niños desde bien pequeños, para tirarlos definitivamente a la basura en su adolescencia, mirando hacia otro lado y creyendo en un egoísta y equivocado "mientras a mí no me afecte".

Claro que nos tocará a todos y cada uno de nosotros, de una manera u otra, en esta sociedad, en la que al problema, no sólo no se le dan soluciones, sino que cada día que pasa se ve agravado. Y nos tocará en un modo similar a lo relatado en el poema *“Cuando los nazis vinieron...” de Martin Niemöller equivocadamente atribuido a Bertolt Brecht.

Y el profesorado se ve desamparado sin soluciones ni ayudas, y algunos, todos en algún momento, reaccionamos mal, a la defensiva o impotentes.

Retomando el optimismo que inspira el libro muy a pesar de las circunstancias, éste nos muestra algunas estrategias. escandalosas algunas para mentes dogmáticas, sobre como plantearnos nuestra relación con los alumnos y, en especial, con estos alumnos "problemáticos".

Nos hace reflexionar sobre nuestra praxis y sobre el enfoque que damos a estas situaciones, pero sobre todo, nos da una visión realista y optimista con la que afrontarla, haciéndonos sabedores de que siempre, si confiamos en nosotros y en ellos, podemos hacer más de lo que creemos, aunque por desgracia no lo podamos precisamente todo en este sentido.

Reivindica una educación mucho más creativa, menos castrante y limitadora, en la que la nota y la repetición de esquemas no sea el único fin.

En fin, que animo a todos aquellos que pudieran estar interesados a leerlo y, sobre todo a reflexionar sobre lo que en el libro se nos plantea.


* Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

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