Casi a diario paso por ella. Al hacerlo, antes de doblar la esquina, siempre pienso en cómo estará. Unas veces le encuentro abierta y otras cerrada, pero siempre me sugiere algo.
Todos los que la traspasan, vuelven a salir por ella, pero al menos uno, no la vuelve a cruzar jamás.
Hoy he acompañado a una compañera, valga claramente la redundancia. Cuando sobran las palabras, sólo los gestos y la compañía valen. Transmite un golpe en la espalda, un abrazo, un beso, una mirada, un ligero encogimiento de las comisuras de los labios.
Estás solo y te sientes acompañado, dualidad de sentimientos que no llega a comprenderse.
Has vuelto a cruzar la puerta y sabes que al menos dos veces más vas a hacerlo, pero has dejado tras de ti algo que irás perdiendo a cada paso.
Pero sólo tú, tan sólo tú, conservarás algo en la medida en que el tiempo no lo puede borrar, aunque, eso sí, lo compartirás con quienes de verdad cruzaron aquella puerta en tu compañía.
Una compañía expresa y diversa, que es la que no te abandona ni en la distancia y te hace sentirte acompañado hasta en la soledad.
Puerta, te cruzaré y dejaré conmigo recuerdos imborrables mientras me acompañan.
3 comentarios:
Gracias por tus palabras
Hola, muy interesante el post, felicitaciones desde Colombia!
Me alegra que te haya resultado interesante.
Gracias desde España
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