* 177.- DISFRUTANDO DEL VIAJE

Los viajes nos rompen o nos salvan.
Este viaje nos ha salvado.

Hay viajes que invitan a seguir navegando, a desatar la rutina y a realizar lazos distintos con los mismos cordones.

Una vez hicimos un viaje de esos. Son viajes con mensaje. Nos enviamos un mensaje y entre todos lo recibimos.

Es como si lanzaras un mensaje cifrado al mar en una botella y fueses al otro lado a recogerlo y descifrarlo.

No hace falta ir a París para hacerlo, pero París siempre ayuda más allá de su rutina.

Hay huidas que no son viajes, solamente son esquinas que se doblan. Inevitablemente te llevan de regreso o te dejan sin rumbo.

He procurado evitar el doblar esquinas, al menos de esas, al menos desde que me asomo a mi ventana a contemplar como se encuentra la habitación. Que yo recuerde, mejor hasta donde recuerdo, siempre lo he hecho. Y la he visto desordenada unas veces y aceptable otras, pero siempre he procurado mirarla a sabiendas de que es mi habitación y únicamente yo puedo decorarla, con mayor o menor acierto, con mayor o menor gusto.

Viajar es mirar tu habitación desde el otro lado, cambiar la perspectiva para abrirte a nuevos horizontes y entrar trepando para ver las mismas cosas de otra manera. Dar un paso a un lado para observarte sin enmascararte y liberándote de la rutina que no te deja verte tal cual eres y sientes y te impide reinventarte a diario. No es una huida hacia delante, se trata de despojarte de lo inservible y dejar atrás las estúpidas ataduras que agarrotan tus músculos y articulaciones con monsergas que se reflejan a sí mismas.

Por eso, no me empeño que responda a un gran ejemplo de Art Decó, sólo es un arte menor, diminuto a este nivel.

Este viaje también llevaba mensajes ocultos, mensajes diferentes. Uno para cada uno.

El primero me invitaba a seguir conociendo mundo y lo hice. Siempre he esperado a las ofertas de última hora, pero esta vez fue peor. Casi pierdo el avión de tanto que esperé.

Y viajé. Y lo hice aunque no confiaba del todo en ello ¡Y vaya que sí recibí el mensaje!

No me vino a través de un email al uso, me fue entregado en mano.

Y salió el sol en Galicia. Y el verde que todo lo ocupa, brilló aún más entre los rayos de sol prestado.

Un viaje en el que la adolescencia se mostraba violenta a priori, se rebelaba y gritaba contra su esencia, a la vez que, tímida, rechazaba la más suave de las caricias en permanente contradicción.

Se abrió, ahora, como las rías al mar y se adentró en las hendiduras de la tierra.

Resulta curioso comprobar como su agua salada puede dar vida a tantos exuberantes y verdes paisajes cuando brilla el sol.

Son vida en sí, pero el sol matiza la suave brisa, que ahora sí, permite la caricia y el contacto.

¡Y qué decir de la eterna primavera! Esa que no se detiene con el paso de las estaciones, esa que nos brinda el cáliz de la eterna juventud y nos moja los labios aunque pasen cien años. A nuestros ojos siempre será joven.

*Niña jugando en la fuente, Highland Park Village

Esa primavera paciente, soportando al gepeese cuando nos volvía locos, o cuando éramos nosotros los que lo volvíamos a él. Si fuera humano, se reiría o nos odiaría. Y lo haría a carcajadas o se mordería la lengua hasta explotar ciego de rabia.

Se lo tomó con humor, dio vueltas en círculo mientras le hacíamos la espiral.

Mensajes claros, que sin ignorarlos, nos hacían falta para seguir transformando los paisajes sin destrozarlos, haciéndolos revivir a cada paso, que aunque fuesen similares, nos daban nuevos sabores de ayer y de hoy, con los que deleitarnos el paladar. Hacer presente la mirada con ojos a pares, que ven crepitar pellizcos de sol en el agua, mientras el blanco chapoteo brinca inquieto y divertido a su lado.

Y me llega un mensaje. Esta vez sí que era un email.
Un amigo me comenta el que fue su último viaje en familia a Galicia.
¿Una premonición?¿Un augurio?¿Un presagio?
No, una invitación a disfrutar del presente viaje.

* Esta fotografía (Niña jugando en la fuente, Highland Park Village) procede del blog de Sonia: mil palabras menos
que les recomiendo visitar y cuyo sugerente título no es sino un presagio de lo que allí se van a encontrar.