sábado, 23 de enero de 2010

DÍAS DE PERDÓN Y AGRADECIMIENTO

Hoy sonó el teléfono. Y cuando suena al estar esperándolo, miras, con esto de los móviles, a ver quién es. Si es la persona que esperas y, sobre todo, si es lo peor que puedes esperar.



Sí era una de las personas que esperas, pero no era lo que esperabas, al menos, de la persona que esperabas, suspiras sin hacerlo del todo.



Te comienzan a hablar de tu madre, para a continuación preguntarte y decirte que la persona que la acompañaba, es un decir, ya no estaba y si sabías algo. Respondes lo obvio. Y no sabes que más decir ante la impotencia de las situacuiones a las que te enfrenta la vida. Esta mañana, la dejaste con la misma impotencia afónica con la que la dejaste la última vez, sin saber que decir, que hacer, o cómo calmar tu conciencia ante tanta afrenta que nos plantea la vida.



Ya supones lo que significaba y unido al destino que a ti y a tu familia depara esta concreta vida, supones y te solidarizas en el significado sin saber como expresarlo.



Y, como hacía tiempo que no lo hacías, hablas. Y reconoces pidiendo perdón. Y pides perdón reconociendo sin hacerlo por los momentos de la vida en la que debes estar presente y, sin saber porqué, no lo estás. Y debes de estarlo, pero no lo estás con quién lo necesita y con quién sientes.



Y nombras a muchas personas más, sin hacerlo, por esta maldita manía humana de hacerlo olvidando a otros que quieres y te olvidas y no haciéndolo a otros a los que en realidad no quieres nombrar, pero hacia los que has aprendido a no odiar, sino a comprender su situación, o, al menos, a obviarla.



Y sabes que a las que nombraste sin nombrarlas lo saben y que las que no nombraste sin hacerlo, te lo recriminarán sin entender nada.



Y te atreves a agradecer, indirecta y directamente, vaya que directamente. Y, en realidad, no agradeces nada. Sólo justificas de corazón lo injustificable de no estar presente cuando te necesitaron. Y sólo sabes que esa sinceridad se basa en el endiablado ritmo que nos aleja de las cosas que valoramos y de las personas que apreciamos. Somos así de humanos y de injustificablemente humanos, sobre todo con lo que realmente sentimos.



Y dos amigas comentan lo que sienten y padecen. Y tú. lo sientes, quizás como preámbulo de lo que vas a sentir, quizás por lo que has sentido, por lo que has visto sentir y por lo que vas a sentir, aún sin saberlo.



Y te unes más aún, y no te avergüenzas de ello. Al contrario, crece la humanidad. Y llega la conciencia global. Todos sentimos, todos podemos sentir parcialmente lo que otros sienten.



Vivimos y morimos para ello. Y por el camino podemos ser felices, aunque sólo sea en honor a quienes lucharon y luchan por serlo.



Llevo un tiempo escribiendo lo que siento sin plasmarlo en tinta ni en digital. Bloqueadado sin poder hacerlo, casi sin poder sentirlo, al menos, en lo más externo de los sentimientos. Probablemente por ello, sin que signifique no hacerlo en lo profundo.



No estuve, no estoy ni estaré en muchas cuestiones, al menos en ese nivel de la apariencia formal, pero sí en ese importante, aunque bloqueado,  sentimiento real.



Estas palabras van dirigidas a las personas que no he nombrado, a las que no hace falta que nombre, a las que olvido sin querer, a las que me perdonan que olvide y que cite, a las que he conocido circunstancialemnte y no puedo obviar. a las que me rodean y nos rodean, más allá y más acá, a Mary, a Paco, a Conchita, a las Elviras, a las Paulas, a Feliza, Mariano, Alicia, Vanesa, Lolis, conocidas, recién conocidas y conocidas eternas...



A las que he tenido la poca vergüenza de decírselo y a las que no.


Y todavía hay quién se atreve a decirte que tú no has sido la única persona que has sufrido. Y tú, que no lo has sido, sólo sientes lástima por ella, que, pobre aún, no sabe las verdades del barquero.



Y, la perdonas, no ibas a hacerlo, si antes te has perdonado a ti mismo.


6 comentarios:

emejota dijo...

Comparto tus sentimientos. Saludos.

Jesús Hernández dijo...

Gracias mjt.

Un saludo

MA dijo...

Efectivamente, no has sido la única persona en eso del sufrir, pero has sido tú, único, valiente, admirable.

Jesús Hernández dijo...

Gracias MA. Me sobrevaloras.

Un saludo

Anónimo dijo...

Amigo, siempre haciéndonos sentir reflejado en tus sentimientos, en tus pensamientos y sensaciones.
Cuántas veces me he recriminado el no haber estado al lado de ellos cuando a lo mejor más me necesitaban. Sólo espero que se fueran sabiendo lo mucho que los quise y que los sigo queriendo. Y a los que siguen aquí, siento no estar al lado de todos ellos pero a veces hay que ser un poco egoístas y pensar un uno mismo. Amigo siempre estoy aquí. Un beso enorme. amlp

Jesús Hernández dijo...

Gracias amlp por tus palabras.

Es inevitable que siempre pensemos que pudimos hacer más, porque siempre podemos hacer más, pero no es menos cierto que somos humanos y debeos aprender a perdonarnos.

Un gran abrazo