miércoles, 7 de abril de 2010

COMO ME PREGUNTAS, TE LO CUENTO

Me preguntas que cómo me fue. Te lo respondo aún a riesgo de que te arrepientas un par de líneas más abajo. A estas alturas ya deberías saber que soy un incontinente verbal.


Lo cierto es que un "compañero" (a estas alturas todavía lo llamo así) me volvió a meter en un embolado. Y no es el primero, por lo que mi venganza no se hará esperar. Mi rencor sólo existe en el tiempo. Tarde o temprano será servido de manera fría.


La directora del centro, enviada por semejante individuo, me preguntó si quería impartir un curso de iniciación a la informática para padres. Le respondí a la directora que preguntase a otros compañeros con más habilidades en la materia que yo.


Habiendo preguntado a estos, ninguno optó por dar el curso, por lo que regresó a mí comprometiéndome a ello. Tener compañeros para esto. A estas alturas ya estoy totalmente desengañado de los mismos y creo que más vale una travesía en solitario que rodeado de corsarios.


Total, que preparé el curso y llegó el día. Me comí un bocadillo rápidamente y fui a buscar a Laura a su colegio, la llevé a casa de su abuelo para que comiese y regresé rápidamente al instituto. A eso de las tres abrí el aula de informática y repasé alguna de las cosas que tenía previstas.


A las 3:50 vino la primera madre. Nuestro instituto, que posee muchas virtudes, desgraciadamente no suele destacar por la participación e implicación de los padres. Es una de nuestras asignaturas pendientes. Cinco minutos después, ya pensaba en una de las máximas de la educación 2.0: 1x1, pero no un ordenador por alumno, sino un profesor por padre (madre en este caso y generalmente en casi todos).


A las 16:00 aparecieron 5 padres más (que manía, 4 madres y un padre). Respiré algo, pero aún mantenía mis incertidumbres. A lo largo de los años he impartido algunos cursos para profesores y para entrenadores de baloncesto, pero nunca lo había hecho para padres y no sabía muy bien con lo que me iba a encontrar. Bueno una vez les conté cuentos, pero eso lo hice como padre y es otro contar.


Comencé el curso con un cuento. Como cuentista que soy (por todo el cuento que tengo, no por dedicarme al bello arte del cuentacuentos) decidí contar un cuento:


"La parábola de la educación"


Iba un hombre caminando por el desierto, cuando de pronto escuchó una misteriosa voz que le dijo:

- Agáchate y recoge un puñado de guijarros. Mañana te sentirás alegre y triste a la vez.


El hombre hizo caso a la misteriosa voz. Se agachó y recogió un puñado de guijarros. Los guardó en su bolsillo y continuó su camino.


A la mañana siguiente, metió de nuevo la mano en su bolsillo y sacó los guijarros. Para su sorpresa, estos se habían convertido en diamantes, esmeraldas y rubíes.


Y entonces, se sintió alegre y triste a la vez. Alegre por haber hecho caso a la voz y haber recogido guijarros. Y triste, por no haber cogido más.


A estas alturas, y tras un powerpoint introductorio, ya había superado el miedo escénico y sin darme cuenta avanzaba empujado a toda velocidad hacia tres horas sin tregua y sin retorno. Cuando me fui a dar cuenta, me sentí exhausto, vaciándome por completo hasta el punto de pedir tiempo muerto para tomar un cortado. A regañadientes, accedieron, por lo que íbamos a dirigirnos a la cafetería del instituto, cuando una "inoportuna" madre, recordó que la cafetería del centro se encontraba cerrada a estas horas. Raudo, sugerí la posibilidad de ir al baño (realmente lo necesitaba). Sólo fui secundado por el padre participante en el curso (sexo fuerte nos llaman, ironías del destino). Las madres continuaron practicando en las cosas que estábamos trabajando.


Realmente, fue una gran experiencia en la que no sólo pedían más y más, sino que una vez superados sus miedos iniciales, supieron darse cuenta de las ventajas que tenían sobre la gente joven a la hora de aprender. Llegando al final, y en una pequeña y piadosa tregua que me dieron, mantuvimos una interesante charla al respecto en la que introdujimos y planificamos las siguientes sesiones. Llegamos a un acuerdo sobre las posibilidades a seguir.


Siempre he pensado que los maestros somos unos desgraciados en busca de que alguien nos escuche, por lo menos nos sucede a algunos. Y claro, cuando algún iluso cae en nuestras garras, pues nos aprovechamos. Pocas veces me he sentido tan bien al vaciarme y salir extenuado. Por contra, más veces de las que uno quisiera he salido igual pero en sentido diametralmente opuesto. Eran implacables, repito, pedían más y más.


Les puse ejemplos relativos a las personas que innovaban en la red y les hice ver que no siempre eran jóvenes como podría esperarse, que muchas ya tenían una edad considerable, pero se habían dado cuenta de algo muy importante: para aprender no hay edad, sólo ilusión.


Y es que la ilusión es lo que nos hace sentirnos vivos y mueve ruedas de molinos. Ya lo decía el sabio refranero popular: "nunca es tarde si la dicha es buena".


Y para acabar, les repartí un libro de cuentos a cada uno. Vinieron a por lana y salí trasquilado. No podía ser de otra forma: "quién a cuento mata, a cuento muere".


Y prometieron volver.  


Lo malo, es que me gustó.


¿Y lo peor?


Lo peor es que encima, tendré que pagarle otro cortado a ese compañero sinvergüenza que tengo. Eso sí, al resto de corsarios, los tiraré por la borda en procelosas aguas infestadas de escualos hambrientos.


Enriquecedora experiencia la de enseñar y aprender al mismo tiempo. Quién enseña, no puede dejar de ser aprendiz. Y la edad no cuenta nada que no sean cuentos sabios por viejos.


P.D.: a estas alturas, ya te habrás cansado y no habrás llegado hasta aquí, por lo que confío que serás tan imprudente que me volverás a preguntar. Gracias también por tu preocupación y ánimos.

10 comentarios:

emejota dijo...

Jesus he disfrutado con tu post. Una delicia para las almas docentes. Ya publique el mio hace unos dias sobre la misma cuestion y parejas emociones. Un abrazo

La abuela frescotona dijo...

PUES JJ, YO SERÍA TU ALUMNA.
FELICITACIONES, POR DESCUBRIR UN NUEVO GUSTO POR LA VIDA DOCENTE.
UN SALUDO PARA TI.

Jesús Hernández dijo...

Gracias emejota. Me alegro que compartamos emociones.

Gracias abuelita frescotona. Un alumno siempre es un maestro en potencia.

Saludos

Julita Fernández dijo...

Jesús, es un placer leerte.
¡Que disfrutas y aprendas de tu nueva experiencia docente!
Un abrazo

Jesús Hernández dijo...

Gracias Julita por tus palabras.
Un saludo

Jesús Hernández dijo...

Gracias Carlos por tus palabras. Conocía tu obra a través de maestros de corazón, una buena red que nos aport bastantes cosas y en la que me gustaría participar más, pero no podemos dividirnos más. En cuanto tenga un rato, le echaré un vistazo. Coincido en muchas de las cuestiones que planteas y en la necesidad de un verdadero cambio en la enseñanza y en la vida, dónde la persona y no el metal virtual sean los protagonistas.

Un saludo

Jesús

Anónimo dijo...

Jo me imagino que yo soy "el compañero" que te dejo al pie de "la leona"... pero que te quiten lo bailado has disfrutado como un enano "entiendase por niño" seguro que no lo reconoces pero tras el momento inicial y los días previos de "que digo" "que hago"... se te ve en la cara que no te has arrepentido y por supuesto que me debes otro cortado... desde que tengo conciencia siempre he estado siguiendo faros que me guiaran por los mares de la vida... ahora te sigo a ti.

DE MAYOR QUIERO SER COMO TU...

Jesús Hernández dijo...

Jo, anónimo amigo, tienes una gran imaginación. Mira que eres gorrón, encima me quieres sacar otro cortado. No crees que ya tienes edad de seguir tus propias luces.

Encima tengo que estarte agradecido. Cada año es como una bocanada de aire limpio que renueva. Gracias a eso no sobrevivimos y vivimos.

Un saludo y gracias por comentar.

Anónimo dijo...

cómo podría descargar el libro: Curso de vuelo para constructores de sueños?

Gracias,

Un saludo

cristina2909@hotmail.com

Jesús Hernández dijo...

CRISTINA, LO SIENTO, LO HE INTENTADO BUSCAR Y NO LO ENCUENTRO. UN SALUDO