sábado, 30 de junio de 2012

Te respondo

Ya te he respondido por correo. Ahora lo hago de esta manera. Ya te dije que tal y como me estaba poniendo lo iba a hacer de otra manera. El resto lo tendrás que adivinar. Sé que, como otras veces, lo harás.

¡Estás desaparecido! ¿Fin de curso? ¿Otras variables? ¿Otros imponderables?

Como te dije, lo intentaré.

De vez en cuando, para podernos encontrar, nos perdemos un rato, por un rato, a pasar un rato.

Quizás sea uno de esos ratos lo que me tenga por aquí. Sin quizás.

¿Qué qué quiero?

Esa pregunta no me la has hecho tú, al menos de manera variable o imponderable. o quizás sí. Seguro que sí.

Intuyes, ya me conoces.

No lo sé. Crees saberlo cuanto te preguntas. Más bien lo intentas cuando una amiga te ayuda a hacerlo.

¿Por qué no me acompañan las imágenes?

Quizás porque para el reencuentro sea necesario volver atrás. Sin quizás.

Esto comenzó con palabras. Con palabras que abrazan.

Y, sin embargo no las siento. Tal como lo siento.

O sí, pero por eso mismo ahora no las siento.

¿Estás seguro?

Nunca lo he estado. Tampoco me lo has preguntado, al menos de manera variable o impondrable, o quizás sí. Seguro que sí.

Intuyes, ya me conoces.

No lo sé. De esa manera nunca lo he sabido. Claro que tengo mis certezas. Siempre las he tenido. Incluso en los peores momentos. Pero nunca las he tenido todas conmigo. Ahora menos.

Nunca lo he pretendido. Ya lo dijo el poeta. Caminamos, al menos lo creemos.

Un velero en medio del Atlántico.

¿ A dónde se dirige? Sólo tiene un capitán. Depende de él. O no.

¿Prepotencia? No, al contrario. Necesidad de usar la brújula, el astrolabio, de encontrar la isla de los cinco faros.

¿De qué te valen los instrumentos?

De poco si no sabes cuál es tu próximo paso, tu próximo puerto.

Entonces comprendes que no puedes quejarte, guardar rencor ni buscar culpabes.

No usastes los instrumentos de navegación aunque ahora te preguntes el porqué.

Excusas tienes muchas, pero es una realidad. Razones también, pero aún así no percibistes el viento necesario que soplaba sobre tus velas. Te confundiste con otro o quizás hayas perdido la costumbre.

No sabrás si llegarás al puerto que ahora quieres. Quizás el viento haya dejado de soplar. Seguro, al menos por el momento.

Los vientos son cambiantes. Sólo tú puedes elegr aprovecharlos.

¿Volverán las tristes golondrinas?

¿Quién sabe?

Pero seguro que no serán tristes.

A fin de cuentas, hasta ahora has soportado temporales y nunca has doblado tu mástil.

A estas alturas espero haberte contestado. En realidad no sólo eso. También espero habérmelo hecho y que hayas llegado hasta aquí con mis pistas.

Esas que suelen jugar al despiste, pero sin intención alguna de engañar.

Eso no lo soportaría.

Bueno, claro que lo soportaría, lo que sucede es que nunca es mi intención.

Entre las procelosas aguas de un Atlántico enfurecido y la mar en calma de la latitud de los Caballos, se mueven muchos vientos. Ahora procedía haberte preguntado yo, pero la falta de costumbre me ha hecho que no lo haga.

Sólo la estela nos dirá.

P.D.: ya me contarás


2 comentarios:

Blogmaníacos dijo...

¡He llegado!
No sé si con pistas, porque cada día juegas a despistar más (inconscientemente, creo, o juguetonamente, no sé...)!

Todos mis mejores deseos para ese capitán del Atlántico que se lanza a la mar en tiempos tan poco favorables. Sé que arrostrará tempestades y vendavales varios, a pesar de que, como todos sabemos, la mar estará bravía y los instrumentos no serán fiables.

Lo único fiable quizá sea su fortaleza de ánimo, puesta a prueba tantas veces.

¡En ella confiamos todos, incluso las amigas de tierras lejanas!

¡Buena mar, capitán!

Jesús Hernández dijo...

Je, je. Totalmente conciente. Esta mañana pensé enviarte el enlace, pero decidí confiar en tu intuición, inteligencia y conocimiento sobre mì, como escribo en el post. Y asï fue, sin decírtelo abiertamente y eso q hacía bastante q no pasabax aquí. No sè si entendiste lo q puse o , pero en fin, sigo siendo fiel a mi estilo en este post y el anterior.
De una u otra manera seguiremos surcando los océanos, aunque x momentos tengamos q reajustar los instrumentos y los rumbos. Así sucede cuando sí que tenemos claros los puntos cardinales, los destinos y poseemos buenos portulanos que junto a las estrellas nos guíen.
Gracias x estar ahí y x intuir.
Un abrazo