domingo, 21 de abril de 2013

Lo importante no son las palabras

Una amiga, una buena amiga, me escribió unas bonitas palabras. Le pedí permiso para usar algunas aquí:
Hoy he encontrado un cuento* que imagino ya conocerás, con el que, al leerlo, me sentí identificada. Fue la frase que marqué en negrita la que hizo sonar mi alarma y darme cuenta que yo soy así.
Muchas veces dejo de responder mensajes por analizar demasiado lo que quiero decir, porque no resulte demasiado simple, porque no se me ocurre nada ingenioso, porque lo escribo y al leerlo de nuevo lo borro,.....
A ver si asumo este mensaje y aunque sea a través de un simple detalle o simplemente "recibido, gracias" comunico que agradezco mucho que me hagas partícipe de tus momentos, sentimientos y experiencias, las cuales aprecio y valoro enormemente.
Gracias, querida amiga. Me ha encantado tu reflexión, que tras pedir tu autorización, intento escribir aquí.

No deberíamos tener miedo de escribir. Tampoco deberíamos tener miedo a equivocarnos. Nuestros amigos lo entenderán. Lo demás no importa. 

El error, aparte de hacernos mapas humanos, es la clave de los aciertos.

Rutas. Las rutas nunca son rectilíneas, Ni siquiera en kilómetros y Kilómetros de autopistas.

Me quedo con un buen y humano sendero, con sus curvas, con sus vaivenes, con sus recovecos, con sus vueltas que parecen retroceder, cuando en realidad te hacen avanzar.

Veredas angostas cargadas de rozaduras que avanzan dejando huellas en el camino, haciendo el camino mismo.

Hemos sido educados en época de prohibiciones, cercenando nuestras letras, nuestras expresiones, castrando cualquier atisbo de sentimiento.

No es que no estén ahí, es que no hemos sido educados para mostrarlos.

Han sido calificados de debilidad, cuando las personas más grandes que conozco son sentidas y fuertes o lo han sido mientras caminaban pro esos senderos. Buena e importante parte de ellos los has recorrido conmigo.

Caer nunca es grato en el momento, pero que me dices del orgullo sano que sentimos al lograr ponernos de pie. Y la manera en que miramos atrás y sin querer lastimarnos, mucho menos flagelarnos, llegamos a apreciar esa caída que nos permitió levantarnos.

Es cierto que el momento puede ser o parecer malo y que cuesta asimilarlo en más de una ocasión, pero no es menos cierto que pasado un tiempo, si lo miramos de frente, cara a cara, asumiendo la parte que nos toca y no podemos cambiar, nos hace no más fuertes, que también, sino, sobre todo, mapas humanos llenos de trazos y mojones.

A veces compartimos nuestros mojones, los escribimos, dejamos que les sirvan a otros, aún a sabiendas de que cada uno necesita trazar los suyos propios. 

Sin embargo, no resuelven, pero sí que ayudan, abrazan.

Cuando te escribo estas palabras, querida amiga, estoy prestando uno de esos mojones en espera de que si bien no puedan resolver, sí que puedan ayudar, abrazar.

Siento el dolor de los amigos como propio. Sus tropiezos me afectan.

En ocasiones no entiendo como la vida se puede cebar en los mejores, en los buenos, en los que no hacen daño a otros. Y no una única vez.

A pesar del entrenamiento, cuesta entenderlo.

Pero los senderos y veredas nos ayudan a reunir mojones, a guardarlos en nuestras mochilas para la ocasión. Para brindarlos, para ofrecerlos, para rutear caminos. 

Sistemas de Posicionamiento Global, que si bien necesitan ser actualizados para cada ocasión, interpretados por cada persona, deben ser recorridos en la realidad de cada uno.

No valen las muletas, pero una mano tendida nunca deja de ser una mano atendida.

Hace tiempo que aprendí, querida amiga, que las palabras no son lo importante, que habiendo sentimientos, transmitiéndolos de una y mil maneras, casi sobran.

Dejar atrás el miedo a escribir, a caminar, a transitar senderos, a brindar mojones. Ya lo dijo el poeta
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.


* UN NUDO EN LA SÁBANA

En la reunión de padres de familia de una escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos.
Ella entendía que aunque la mayoría de los padres de la comunidad eran trabajadores, debían encontrar un poco de tiempo para dedicar y pasar con los niños.
Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana.

Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo y cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya estaba acostado.

Explicó además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.
Dijo también que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba reemplazar esa falta dándole un beso todas las noches cuando llegaba a su casa y para que su hijo supiera que él le había ido a ver mientras dormía, hacía un nudo en la punta de la sábana.
Cuando mi hijo despierta y ve el nudo, sabe que su papá ha estado allí y lo ha besado. El nudo es el medio de comunicación entre nosotros.

La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando comprobó que el hijo de aquel hombre era uno de los mejores alumnos de la escuela.

Este hecho nos hace reflexionar sobre las muchas formas en que las personas pueden hacerse presentes y comunicarse con otros.
Aquél padre encontró su forma, una forma simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía a través del nudo, todo el afecto de su papá.

Algunas veces nos preocupamos tanto con la forma de decir las cosas que olvidamos lo principal que es la comunicación a través del sentimiento. Simples detalles como un beso y un nudo en la punta de una sábana, significaban para aquél hijo, muchísimo más que un montón de regalos o disculpas vacías.

Es válido que nos preocupemos por las personas, pero lo más importante es que ellas sepan y puedan sentir nuestra preocupación y cariño por ellas.

Para que exista la comunicación, es necesario que las personas “escuchen” el lenguaje de nuestro corazón, ya que los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras.
Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, el golpe de la rodilla o el miedo a la oscuridad.
Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben distinguir un gesto de afecto y amor, aunque ese gesto sea solamente un nudo en la sábana. Un nudo cargado de afecto, ternura y amor.

6 comentarios:

Blogmaníacos dijo...

Cada uno debe encontrar la forma de comunicarse con los demás, pero no es la forma lo importante sino el fondo, y ese lo podemos transmitir con una simple mirada.

Aunque como en internet eso no es posible la mayoría de las veces, bueno será encontrar la forma de hacer nuestro "nudo en la sábana".

Yo la busco con el autor de este blog: a veces es un nudo humorístico, a veces me sale con pequeña bronca por medio, otras veces aprovecho para descargar penas en su hombro..., pero todos mis nudos están hechos desde el respeto y la admiración, aunque yo no sé si eso lo ha notado. Lo dejo escrito aquí por si acaso...

Jesús Hernández dijo...

Parce que blogger se ha vengado de mí. Acabo de escribir la respuesta y se colgó el comentario sin publicarse. Intento repetirlo.

La verdad es que no mucho, je, je.

Claro que sí, lo mapeo, la incluyo en mis mojones y trato de tender brazos siempre que puedo.

Un abrazo, amiga

Mercedes R. dijo...

Amigos, mi nudo en vuestra sábana me ayuda a sentirme viva y hace que me levante cuando no tengo ganas de salir de debajo de las sábanas.
Gracias a los dos

Jesús Hernández dijo...

De eso se trata, Mercedes. Hoy por ti, mañana por mí. Juntos entretejemos y mapeamos rutas soñando poder recorrer algunas de nuevo en nuestros corazones.
Un abrazo, amiga

Julita Fernández dijo...

¡Qué importante es saber comunicarse con los demás de forma adecuada!
Con vosotros, Jesús, Conchita, Mercedes, mi nudo son los bites informáticos que sé que siempre hacen bien su trabajo cuando os necesito.
Gracias, amigos, de todo corazón.

Jesús Hernández dijo...

Gracias, amiga. Entre nudos.
Un abrazo