domingo, 27 de septiembre de 2015

Y mi perro me quiere.

Hace mucho tiempo que no ando por aquí.
Incluso era bastante más ingenuo.
No sé si debo algo.
En todo caso, me lo debo.

Ella no se merece.
Mejor, no es merecida.

Es la prueba del algodón.
de tus aciertos y tus errores.
Sobre todo, de sus aciertos.
Sin quitarte demérito.

Son todo suyos.
Vale, casi todos.

Y mi perro baja a saludarme
cuando lo he dejado de lado.
Siempre ahí.
Se hacen querer.

Algo habré hecho bien,
entre tanto reproche.

Yo lo sé,
por ella,
pero los ignotos,
lo desconocen.

Yo lo sé,
y no es por cercanía.

¡Qué también!
¡Quién no es cercano,
es distante!
 Y lo es.

Lo sé.
Lo sufro.

Sin necesidad ni proximidad alguna.
Salvo lo que me busco.
Insensata y humana.
La necesito.

Huelga decirlo.
Manifiesto hacerlo.

Salvaguarda innecesaria
ante ojos introvertidos
que sienten lejos
y cerca.

Lo suyo,
resiliente.

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