sábado, 8 de febrero de 2020

A veces basta

En ocasiones pasan muchos años y no sucede nada. Nada que roce la menor sinapsis química que genere tacto.

Sin embargo, a veces únicamente basta con un instante, con un año, con veintiuno (que pronto se dicen) o con veintinueve. Y marcan la vida.

Que afortunado soy en instantes.

Hoy me he reunido con un año. Un año que marca una vida. Con instantes inolvidables que ni el tiempo ni la tópica distancia logran borrar. Cuatro amigos de seis. Están ahí, siempre. Y no es porque desconozcan tus múltiples defectos, que los tienes. Están siempre a un golpe de teléfono nada común.

Recuerdo aún instantes vitales y mortales. Día de deambular perdido. Y te encuentras a una amiga en uno de los peores momentos. Casualidades. Y no lo olvidas. Te dio las fuerzas necesarias para enfrentarte al devenir.

Como esos, tantos. No con tantos, pero sí que iguales. Con todos ellos. Y nunca dudaron de ti. Aún conociendo tus debilidades y miserias. Porque eran poseedores de lo mejor. De eso que solo se encuentra en instantes. Y basta.

Este año nos dejan veintinueve. Y vaya que los voy a echar de menos. Y no es porque sean 29, que que sí los son. Es porque aunque siga estando ahí, no estará a diario. Y se echará de menos. De menos porque está realizada a base de instantes. Tantos instantes... Políticamente sabios, humanamente errados. Sí, empleo una palabra prostituida y depauperada, pero trato de hacerlo en su sentido más noble.

Instantes que nunca fueron fáciles. Que se forjaron en la lealtad. Esa lealtad que tanto valoro y que marca la diferencia. Esa lealtad que nunca trata de hacerte daño aunque lo haga. Porque nunca, incluso cuando lo hace, lo hace aposta.

Te reencuentras y no tienes esa sensación tan normal de que han sucedido cosas que te has perdido. No la tienes, porque posees los instantes.

Los instantes. Un año, veintiuno, veintinueve, virtualizados o desvirtualizados.

Siempre están, aunque ya no estén, aunque hayan mares, océanos, distancias siderales u otras dimensiones desconocidas.

Al final somos eso, instantes. Valiosos instantes.

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