jueves, 12 de julio de 2007

8. SEGUIMOS DE ENCUENTROS

SEGUIMOS DE ENCUENTROS

Hoy me encontré a Leo (recuerdas el trompetista que llevé a que hablara con los chicos de convivencia del grupo de pedro, Aniceto, José,...).

Se acercó a saludarme. José ANdrés, he recuperado por momentos la sensación que tenía cuando entrenaba a baloncesto, que cuando se te acercaba algún jugador te decía con y sin palabras gracias y te debo mucho más que baloncesto, y tu le respondías igual, el que tiene que dar las gracias soy yo, por darle sentido a mi trabajo.

Un gran chico el Leo. Me sorprendió, me habló de lo que significó para él el haber ido a hablar con los chicos ese día y para mi sorpresa se acordaba del cuento que les escribí a los chicos aquella vez y a él. Me dijo que siempre lo llevaba encima, y se dirigió a una bolsa que llevaba y me lo mostró.

Fíjate que sorpresa, podemos seguir llegándoles a los alumnos hasta años después de haberles dado clase.

Cosas como esta nos ayudan a superar los momentos no tan gratos de nuestra profesión, y a saber que nuestro trabajo no siempre cae en saco roto, a intentar algo aunque creamos a veces que no va a servir para nada.

Incluso hubo un caso que aunque me duele por no haber podido hacer algo más, tuvo su momento de gratificación y esperanza. Manuel, un día lo vi hecho polvo por esta lacra que se come a la juventud. En ese momento se mostró altanero y despectivo con su actitud sin hacer ni decir nada. En ese momento me dolió porque yo siempre lo he considerado buen chico. Otra vez me lo vi, ocultó uno de esos que se estaba largando para que no lo viera. Esta vez lo encontré peor, pero su actitud era bien distinta, se alegraba de verme, con su presencia parecía decir: ahí me sentí respetado y valorado por una vez, a pesar de lo que hacía, y me gustaría poderme dejar esto y sentirme valorado y respetado igual. Yo pensé, por lo menos ya sabe que eso existe y podría con suerte y con ayuda tirar de un hilo.

En fin, que a veces vale la pena un minuto, porque muchos pueden no valer, pero a veces, ese es el que valía. Por eso, tomemos ánimos, y no dejemos de intentar minutos.

Hasta otra

2 comentarios:

Princesa Durazno dijo...

Hola.

Muchas veces he escuchado que uno busca las cosas, las culpas son personales, seguramente no puedes cambiar la situación pues la vida le pertenece a cada quien y uno debe optar por lo que quiere, buscar la manera de ser feliz, pese a que los demás crean lo contrario. Si llegase a convertirse la felicidad en un calvario se deberá asumir que el camino estuvo mal elegido. Pero el que vió desde lejos debe tener la fuerza de empujar su destino y olvidar prejuicios y orgullos, la vida se vive en el minuto que esta sobre el reloj en este momento, no antes ni después, hay que recojer los pedazos y crear el cuadro que en este minuto entregará felicidad.

No hay que atraparlo y forzarlo, hay que dejarlo caer hasta que grite pidiendo ayuda.
Saludos!

PD: Leí lo de tu papá...me parece genial :)

Jesús Hernández dijo...

Gracias princesa durazno por tu comentario.
En eso estamos, en vivir los momentos de felicidad que podemos y en intentar aprender de los otros