lunes, 19 de noviembre de 2007

* 20.- REDUNDANDO

Unas personas fueron al hospital tras haber sido citados telefónicamente.

Cuando llegaron habían 6 ó 7 pacientes más.

La puerta de acceso a las consultas se encontraba abierta y aguardaron en el exterior para hablar con la enfermera.

Unos instantes después llegó una doctora con rostro fruncido y se adentró en la zona de consultas con cierta brusquedad al cerrar la puerta.

Una señora mayor comentó su falta de educación por no saludar y por la manera en la que cerró la puerta.

Algunos minutos después, una señora del servicio de limpieza dejó una hoja de la puerta abierta.

Un señor mayor que se encontraba en la, llamemos, sala de espera, pues es en realidad un pasillo, indicó con tono agrio a la señora del servicio de limpieza que cerrase la puerta, pues todos los pacientes eran unos salvajes y si los dejaban entrarían hasta el fondo de la planta.

Tanto una de las personas a las que nos estamos refiriendo desde un principio, como la señora mayor citada, le dijeron, en un tono relajado al señor, que no podía meter a todo el mundo en el mismo saco.

En esto que el señor mayor se enciende y se dirije a la primera persona y se cuadra ante ella, y para su sorpresa, le dice ella era la primera que al llegar se había parapetado delante de la puerta con el fin de colarse y entregar su cartilla de consulta antes que las otras personas que habían llegado primeramente.

La persona en cuestión no perdió la compostura y le comentó en tono relajado al señor que no le había faltado al respeto y no entró al trapo.

La señora le indicó que esa persona no sólo había dejado pasar a los otros pacientes que habían llegado con anterioridad, sino que además había aguardado hasta el último para dirigirse a la enfermera, no habiendo entregado cartilla alguna.

Instantes después llaman a esas personas referidas inicialmente y entran en primer lugar.

El rostro de los presente ya reflejaba sorpresa e incredulidad, iniciando atisbos de malestar.

Al momento de haber entrado los recibe un doctor muy amable y les pregunta por la razón de su visita, pues no se daba cuenta del motivo de la misma.

Una hora y media después abandonan la consulta ante los ya indisimulados rostros de cabreo de una sala de esperas rebosante.

La gente pensaba: "estos no sólo se han colado, sino que encima nos han tenido esperando más de una hora. ¡Chiquitamanga no deben tener!

Hasta aquí la visión que se podría tener desde la sala de esperas.

La real, la que el resto de los pacientes no podía tener acceso e ignoraban.

Dos días antes habían citado a las personas en cuestión para que fuesen a recoger una autorización para un medicamento que requería de la misma para ser dispensado y por la cual llevaban esperando unos meses a que llegase la autorización del Ministerio de Sanidad, ya que se trataba de un medicamento no aprobado aún en España.

Les mencionaron que el doctor que se las iba a entregar no pasaba consulta ese día, sino que se encontraba de guardia en el hospital de día, pero que fuesen a la zona de consultas a lasm 9 de la mañana para que les hiciese entrega del documento para poder retirar el medicamento en la Farmacia Hospitalaria.

Al recibirlos el médico le comenta que esperen un momento debido a que tiene que realizar una serie de asuntos con urgencia.

Pasados unos quince minutos aparece una alumna de medicina en prácticas y les pregunta por el doctor en cuestión.

Le contestan afirmativamente y se sienta a esperarlo.

Entablan una amena conversación hasta aburrirse.

Cuando llevaban algo más de una hora, la alumna en prácticas les comenta que iba a aguardar unos minutos más y entonces acudiría en busca del doctor por si este se había despistado y hubiese abandonado la sala de consultas en dirección hacia el Hospital de Día. Ella dentro de unos instantes debía marchar hacia la Universidad para continuar con sus clases. pues había concluido el periodo de prácticas por ese día.

Las personas en cuestión le comentan que esa era su mayor preocupación, que se hubiese despistado. Del resto ya no se preocupaban tanto, porque ya se habían acostumbrado a saber cuando entraban, pero a ignorar cuando salían de la instalación hospitalaria.

Pasaron en torno a unos diez minutos más y reapareció entonces el doctor.

Les hizo entrega del referido documento que les permitiría retirar el medicamento de la Farmacia Hospitalaria y se dirijieron hacia allí.

Al salir se encontraon con un ambiente electrizante que desprendía descargas que casi hacía saltar los plomos por la subida de tensión.

En realidad estas personas no iban a consulta, fueron porque los citaron telefónicamente, fueron a ese área del Hospital porque así se lo habían indicado, no interfirieron para nada en las consultas pues ese médico no las pasaba, y por último, se pasaron aproximadamente 1 hora y 30 minutos esperando por un papel.

Pero claro, todo esto era imposible que fuera del conocimiento de las personas que aguardaban fuera.

Y lo difícil, probablemente nosotros hubiéramos hecho lo mismo, era pensar mal, juzgar a esas personas y dictar sentencia antes de valorar otras posibilidades.

Esas persona éramos mi mujer y yo.

Y redundamos porque reincidimos en lo de "piensa bien y acertarás".

Cuando decimos esto, no nos referimos a que debemos dejar de lado cualquier pensamiento crítico, sino que debemos pensar bien, valorando todas las posibles alternativas y sin sentenciar sobre suposiciones: en definitiva, haciendo uso del pensamiento alternativo.

Entendemos que esto no siempre es fácil, y que nosotros mismos caemos regularmente en situaciones similares.

Lo cierto es que esta sociedad está que chispa, agresiva, saltando ante la primera de cambio, probablemente donde no debe, con quien no debe y cuando no debe.

Se da la paradoja que a veces conduciendo le he dado paso a otros vehículos, y estos me han respondido insultándome, pues entendían que me había metido con ellos.

Es un torbellino que si dejamos nos envuelve a todos, por lo que debemos serenarnos y no dejar que nos arrastre irremediablemente.

He contado estas situaciones a modo de ejemplo de lo que está sucediendo, y como forma de entender lo de "piensa bien y acertarás".

Otro ejemplo de estas circunstancias nos lo ha transmitido la prensa en estos días.

Es un caso triste y más dramático que los anteriores, aún por dilucidar, y que hace referencia a la pobre chica dominicana asesinada, Yulisa.

La gente había decidido ya la responsabilidad y autoría del hecho, culpabilizando al padrastro.

La turba, cual película del antiguo oeste americano, se dirigía a lincharlo, cuando la policía lo detuvo, entre otras razones para salvaguardar su vida.

Las primeras pesquisas parecen no apuntar hacia su padrastro, aunque se desconoce aún al autor material de los hechos.

Lo cierto es que llevados por un sentimiento y una reacción comprensible, podían haber actuado contra una persona que podía o no ser el autor del delito.

No digo que no pensemos mal ante cualquier situación, sólo que no lo hagamos de forma definitiva o sistemáticamente desconfiada, hasta no tener constancia de ello, y haber pensado, por tanto, bien, teniendo motivos contrastados para ello.

Y es que no podemos ir todos los días con la escopeta cargada, y encima apuntar hacia el lugar equivocado.

No sé si podré encontrar un cuento para asociar a esta entrada. Lo cierto es que nos gustaría encontrarlo. Rebuscaremos.

Lo que sí que recuerdo es una película en la que tres jóvenes universitarios decidieron, partiendo de una situación real sin mayor trascendencia, inventar un rumor y propagarlo para desprestigiar a una compañera.

Lo hicieron con tal éxito que la destrozaron, sólo que al descubrir esta mezquina actuación, los afectados decidieron vengarse usando las mismas armas y devolviéndole la jugada y pagándole con la misma moneda.

Esto en la vida real no siempre resulta así, porque unas veces el chisme se vuelve contra quien lo ejecuta, pero por el contrario, en otras, se destroza la vida de personas con falsedades o verdades parciales transformadas.

Con esto únicamente pretendo que reflexionemos a la hora de emitir juicios prematuros sobre las cosas, los asuntos y las personas, y es que a pesar de que somos humanos y caemos una y otra vez en ello, tratemos de no hacerlo a la ligera o de manera gratuita.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ojalá tuvieramos la santa paciencia y tiempo de analizar todas las causas directas o indirectas que pueden tener un hecho en concreto. Tienes razón en que lo fácil es hacer juicios prematuros y que eso no debía ser lo habitual. Otra de tus grandes reflexiones. Siempre consigues que nos paremos a pensar antes de actuar. Qué sabio te ha hecho la vida y cuanta razón tienes!!.
Hay un refrán que puede complementar: De lo que te dicen no te creas nada y de lo que ves creéte la mitad.
No te queda un mal sabor por no haber explicado a todas aquellas personas el por qué de tu actuación y qué no eras un cara dura más?.
Otra cosa: tú cada día me sorprendes, tu mujer me deja sin palabras pero lo de tu hijo no se que calificativo ponerle: Simplemente IMPRESIONANTE.
Besitos. amlp

Jesús Hernández dijo...

Gracias amlp, tus comentarios siempre me estimulan. Es un tema que me preocupa algo, pues tenemos tendencia a pensar mal a la 1ª y muchas veces sin razón ni causa alguna, y sin embargo cuando debemos ser críticos, somos algo borreguitos. Tienes razón en cuanto a que me quedé con ganas de explicarlo, pero no estaba el horno para bollos, teníamos prisa y reconozco cierta cobardía para enfrentarme en ese momento a una situación cargada con tanta gente por medio.

En cuanto a mi hijo te puedo decir que muchas veces me sorprende a mi mismo. Aunque en muchas ocasiones trata de ocultarlo, tiene un gran corazón.

Anónimo dijo...

Hola soy Manuela, me dejastes un mensajito en mi blog y hasta hoy no lo hab�a visto, ya que dej� de escribir en �l, por diferentes razones. Tu blog me parece muy humano y entra�able. Gracias por la vista.

Saludos cordiales.

Manuela.

Jesús Hernández dijo...

Gracias Manuela por tu comentario